Colombia amplía su presencia agroexportadora y abre 48 mercados internacionales en tres años
El país pasó de tener solo cuatro aperturas en 2022 a consolidar 48 mercados en 2025, con productos como aguacate, café, huevo, pollo, flores y uchuva. El esfuerzo combina diplomacia sanitaria, innovación productiva y la resiliencia del campo colombiano.
El campo colombiano vive un momento de transformación. En apenas tres años, el país pasó de contar con solo cuatro mercados abiertos para sus exportaciones agrícolas y pecuarias a sumar 48 destinos en 2025. Este avance, respaldado por altos estándares sanitarios y fitosanitarios, marca un salto en la integración del agro colombiano con los circuitos internacionales de alimentos.
Detrás de estas aperturas hay diplomacia sanitaria, investigación científica y presencia institucional en el territorio, factores que han permitido ganar confianza en compradores exigentes. En este nuevo escenario, productos como el aguacate, el café, los huevos y la carne aviar han logrado traspasar fronteras, posicionando a Colombia como un país con mayor protagonismo en la seguridad alimentaria global.
Uno de los sectores más beneficiados ha sido el de proteínas avícolas. Entre 2022 y 2025 se logró habilitar once mercados para pollo y huevo, incluyendo destinos estratégicos como Japón, México, Perú, Cuba, Bolivia, Ecuador, Namibia, Bahamas, Emiratos Árabes Unidos y la Unión Euroasiática (que integra a Rusia, Kazajistán, Bielorrusia, Armenia y Kirguistán). Cada apertura se traduce en mayores oportunidades de ingresos y en un incentivo para modernizar la producción bajo estándares internacionales.
Entre todos los mercados abiertos, destacan tres por su relevancia:
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Japón, por sus exigentes regulaciones sanitarias y su alto poder de compra, que lo convierten en un sello de calidad para los exportadores.
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La Unión Euroasiática, que integra a varios países en un solo bloque, representando un corredor comercial de gran alcance en Eurasia.
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Emiratos Árabes Unidos, que abre la puerta al Medio Oriente, una región con alto poder adquisitivo y demanda creciente de alimentos.
Los avances no se limitan a la proteína animal. Colombia también ha diversificado su oferta agroexportadora en el segmento frutícola y hortícola. La uchuva, considerada fruta insignia del país, alcanzó exportaciones por 43,5 millones de dólares en 2024, con un crecimiento del 9,4 % respecto al año anterior, consolidando a Colombia como líder mundial en su producción.
En el caso de las flores, el sector volvió a exhibir su fuerza en fechas emblemáticas: para San Valentín 2025 se exportaron más de 60.000 toneladas hacia mercados como Estados Unidos, Japón, Reino Unido y Canadá. La diversificación de destinos ha permitido sostener el dinamismo de una de las cadenas de mayor tradición en el agro nacional.
El aguacate hass es otro de los protagonistas del boom exportador. En 2025 se registró un incremento del 350 % en los envíos, superando las 6.500 toneladas colocadas en el exterior. La fruta no solo gana terreno en supermercados europeos y asiáticos, sino que también se ha posicionado en eventos de gran visibilidad internacional, como el Super Bowl en Estados Unidos, donde fue parte del menú más consumido durante la jornada.
Cada cifra refleja más que un simple dato económico: representa el esfuerzo de campesinos, trabajadores rurales y empresarios del sector que apuestan por competir en mercados exigentes. La expansión hacia 48 mercados en apenas tres años confirma que el agro colombiano está en condiciones de jugar un rol más destacado en la provisión global de alimentos.
El reto hacia adelante será sostener estos logros frente a desafíos estructurales: infraestructura logística limitada, altos costos de transporte interno y la necesidad de fortalecer la sostenibilidad y trazabilidad de la producción para cumplir con normativas ambientales internacionales, especialmente las de la Unión Europea.
A pesar de estos retos, el campo colombiano se proyecta hoy con mayor dignidad y resiliencia, consolidando una imagen de país que busca transformar su potencial agrícola en una plataforma de desarrollo económico y social. La apertura de nuevos mercados no solo abre oportunidades comerciales, sino que también simboliza un reconocimiento al trabajo rural, que después de décadas de dificultades comienza a encontrar espacios de crecimiento en la economía global.