Uruguay refuerza la lucha contra la garrapata con un plan de control integrado sostenible
Productores, técnicos y autoridades coinciden en que la única vía efectiva y sostenible para frenar la garrapata es el control integrado, combinando bioseguridad, medicamentos y monitoreo estratégico.
La garrapata, uno de los principales flagelos sanitarios de la ganadería uruguaya, vuelve a ocupar el centro de la agenda productiva y sanitaria. Con el paso del tiempo, la resistencia a productos químicos y el uso inadecuado de tratamientos han complicado su erradicación, haciendo que el control integrado sea hoy la única alternativa viable a largo plazo.
Expertos sanitarios, productores y autoridades sostienen que el enfoque integrado implica articular medidas de bioseguridad, rotación estratégica de principios activos, monitoreo epidemiológico y capacitaciones técnicas, para contener a la garrapata y evitar impactos productivos millonarios.
El concepto de control integrado no es nuevo, pero cobra fuerza ante la evidencia de que los productos químicos, utilizados de forma aislada, pierden eficacia frente a parásitos cada vez más resistentes. Por eso se promueve el uso racional de medicamentos, sumado a prácticas de manejo animal que reduzcan la presencia del parásito en los predios.
Visión de largo plazo
Las autoridades sanitarias destacan que el éxito de esta estrategia depende del compromiso conjunto de productores, veterinarios, organizaciones rurales y del propio Estado, dado que la garrapata no respeta límites geográficos y puede trasladarse fácilmente de un establecimiento a otro.
En ese sentido, se están reforzando las instancias de capacitación y extensión para difundir las mejores prácticas, al tiempo que se actualizan los protocolos de vigilancia epidemiológica para detectar precozmente focos de infestación.
La idea es consolidar un plan nacional de control sostenible que combine prevención, monitoreo y tratamientos planificados, de modo de salvaguardar la rentabilidad ganadera y evitar pérdidas por disminución de peso, mortalidad de terneros o transmisión de enfermedades como la babesiosis y la anaplasmosis.
Proyección del sector
Productores consultados valoran que la coordinación interinstitucional se mantenga firme, dado que la garrapata impacta directamente en la competitividad del sector y en la imagen sanitaria del país frente a los mercados internacionales.
La apuesta, explican, es lograr una ganadería más resiliente y sostenible, capaz de sostener el estatus sanitario que distingue a Uruguay y le abre puertas de exportación en todo el mundo.
Con la garrapata, todos coinciden: o se controla de forma integrada y con responsabilidad compartida, o el problema se vuelve inmanejable. Por eso, la prioridad hoy es fortalecer el trabajo en equipo y asegurar que la estrategia funcione de forma planificada, técnica y sostenida en el tiempo.