La vasta geografía brasileña -que combina la cuenca amazónica al norte, cadenas montañosas costeras y la cordillera de los Andes al oeste- ha funcionado como un escudo natural frente a una diseminación similar a la de Estados Unidos. En EE.UU., cuatro grandes rutas migratorias conectan aves salvajes con granjas avícolas, desencadenando brotes masivos que provocaron el sacrificio de cerca de 175 millones de aves desde 2022. En cambio, en Brasil, las granjas están en su mayoría situadas fuera de estas vías aéreas de alto flujo, lo que ha reducido el contacto entre aves silvestres infectadas y aves de granja.

Ese aislamiento natural permitió que transcurriera más de un mes sin nuevos casos en granjas comerciales tras el primer brote detectado en mayo, cuando se sacrificaron unas 17.000 aves reproductoras, seguido de 141.000 sacrificios preventivos. El periodo de observación culminó sin más contagios comerciales, generando alivio entre productores y autoridades.

Casos silvestres y riesgo de endemia

No obstante, la amenaza persiste. Desde 2023, Brasil ha registrado más de 170 casos de influenza aviar altamente patógena (HPAI), la mayoría en aves silvestres como patos costeros. Según el epidemólogo Masaio Ishizuka (Universidad de São Paulo), hay evidencias de que aves migratorias habrían infectado especies locales, lo que indicaría que el virus ya circula de forma endémica en el país. Esa condición incrementa el riesgo de nuevos brotes en granjas, sobre todo en zonas del interior donde el flujo de aves silvestres puede intensificarse en función de patrones de lluvia.

Estrategias de contención y medidas sanitarias

Frente a este panorama, Brasil reforzó su arsenal de defensa con estrictas medidas de bioseguridad:

• En granjas de reproducción, los empleados deben ducharse y desinfectarse al ingresar, además de usar uniformes y calzado especial.

• Se instalan vallas a cinco metros de los aviarios y mallas metálicas de 2,5 cm para impedir el contacto con aves y roedores silvestres.

• Asimismo, se van a extender protocolos a parques, reservas y zoológicos tras confirmar casos en especies silvestres en el interior del país.

Estas medidas se suman al monitoreo constante en granjas comerciales, que estuvo activo desde el brote inicial por un periodo prolongado sin novedades. La agricultura ministerial comunicó a China, Rusia, Japón y Emiratos que se cumplió el protocolo sanitario y aguarda la recuperación del estatus de libre de HPAI.

Comercio global y negociaciones en curso

El brote llevó a restricciones comerciales: China suspendió importaciones, y Rusia, Arabia Saudita, México, Japón y Emiratos aplicaron bloqueos regionales. Mientras tanto, Brasil negocia acuerdos diferenciados al estilo de EE.UU. y la Unión Europea, con bloques regionales afectados en lugar de prohibiciones generales. De hecho, tras completar el desinfectado de la granja en Rio Grande do Sul, comenzó un período de 28 días que podría reactivar el estatus libre y, en consecuencia, habilitar nuevamente las exportaciones.

Vigilancia interna y monitoreo silvestre

La confirmación de un nuevo caso en especies salvajes en Minas Gerais y el seguimiento de otro posible brote en un establecimiento en Tocantins reafirmaron la necesidad de ampliar el alcance de observación. Estos incidentes, aunque controlados, han impulsado a que se realicen más de 4.000 pruebas desde mayo, detectando hasta 171 focos.

¿El fin del riesgo o solo una pausa?

Por ahora, la combinación de geografía estratégica y protocolos de seguridad ha funcionado como muro natural y táctico. Pero el virus no retrocede: se ha instalado en aves silvestres y posee capacidad para llegar al interior del país cuando cambian rutas migratorias. Especialistas, como el ex veterinario jefe del USDA, John Clifford, advierten que "más brotes comerciales son probables", y que el sistema de vigilancia deberá mantenerse robusto.