Exfuncionario del USDA alerta que crisis del gusano barrenador podría extenderse por años
Kevin Shea cuestionó la estrategia de EE. UU. para contener la plaga y advirtió que la amenaza también pone en riesgo a México y Centroamérica.
La ganadería estadounidense enfrenta un desafío sanitario de magnitud continental con el Gusano Barrenador del Ganado (GBG). Según Kevin Shea, exdirector del Servicio de Inspección Sanitaria de Animales y Plantas (APHIS) del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), la amenaza no se resolverá en el corto plazo y podría prolongarse durante varios años, afectando no solo a Estados Unidos, sino también a sus vecinos latinoamericanos.
El gusano barrenador -Cochliomyia hominivorax- fue por décadas una pesadilla para la ganadería de América Latina. La larva de esta mosca invade heridas abiertas en los animales y se alimenta de tejido vivo, provocando lesiones graves y pérdidas millonarias.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, la plaga fue combatida a través de un programa binacional entre EE. UU. y México, que utilizó la técnica de la liberación de moscas estériles. Con ese método se logró erradicar el gusano en Norteamérica y mantenerlo confinado a regiones de Centro y Sudamérica. Panamá, con el apoyo del Programa de Erradicación del Gusano Barrenador del Ganado (COPEG), se convirtió en la barrera natural que protegió durante años a los países del norte.
Sin embargo, los recientes brotes muestran que la plaga ha logrado superar los sistemas de contención y amenaza con expandirse nuevamente.
Medidas cuestionadas en EE. UU.
Como parte de la respuesta, Estados Unidos decidió construir una planta de producción de moscas estériles en Texas, con capacidad de liberar hasta 300 millones de insectos por semana. Para Shea, la estrategia tiene serias limitaciones: la instalación tardará al menos tres años en estar operativa, se ubica en una zona libre del parásito y supone riesgos de liberaciones accidentales.
"Estas medidas suenan como admitir que el problema no podrá controlarse en el corto plazo", afirmó el exfuncionario. Además, advirtió que la distancia entre Texas y las zonas críticas en Centroamérica complicará el transporte y la efectividad del programa.
La situación afecta de manera directa a México, que ya enfrenta restricciones por la suspensión de exportaciones de ganado en pie hacia EE. UU.. El riesgo también se extiende a países de Centroamérica, donde la plaga podría asentarse y multiplicar el daño en las economías rurales dependientes de la ganadería.
Para la región, el avance del barrenador no es un problema aislado. Las pérdidas en productividad, los costos veterinarios y las trabas comerciales pueden traducirse en miles de millones de dólares anuales. A esto se suma el impacto social en comunidades rurales que dependen de la venta de animales para sostener su subsistencia.
Necesidad de cooperación continental
Shea recordó que el éxito en la erradicación del barrenador en el pasado fue posible gracias a la cooperación internacional. "No es un problema que pueda enfrentar un solo país", subrayó, señalando la necesidad de coordinar acciones con México, Centroamérica y Sudamérica, donde aún existen zonas endémicas.
Los expertos insisten en que se requiere un plan sostenido y regional, con recursos suficientes, personal capacitado y centros de investigación distribuidos en distintos puntos del continente.
El exdirector del APHIS también apuntó contra las decisiones de la administración de Donald Trump, que incluyeron recortes de personal en el USDA y el retiro de funcionarios experimentados. Para Shea, estas medidas debilitaron la capacidad de respuesta del organismo en un momento en que la sanidad animal enfrenta un reto sin precedentes.
El gusano barrenador del ganado vuelve a poner en evidencia que la sanidad animal no reconoce fronteras. La crisis actual demanda algo más que medidas aisladas: requiere integración regional, coordinación logística y voluntad política para sostener un esfuerzo de largo plazo.
Mientras tanto, productores de toda América -desde el sur de México hasta el cinturón ganadero de Brasil y Argentina- observan con atención. La historia demuestra que, si no se actúa a tiempo, la plaga puede expandirse y comprometer la seguridad alimentaria y económica de todo el continente.