Filipinas busca reducir aranceles del banano japonés y reconfigura la competencia con América Latina
El gobierno filipino negocia con Japón una rebaja arancelaria para sus exportaciones de banano, un movimiento que podría alterar el equilibrio del mercado dominado por productores latinoamericanos como Ecuador, Colombia y Perú.
El gobierno de Filipinas reactivó sus gestiones con Japón para reformar el Acuerdo de Asociación Económica Japón-Filipinas (JPEPA), con el objetivo de reducir los altos aranceles que enfrentan sus exportaciones de banano. La iniciativa, anunciada por el secretario de Agricultura Francisco Tiu Laurel, busca igualar las condiciones de competencia frente a países latinoamericanos que ya gozan de acceso preferencial al mercado japonés.
Japón aplica actualmente un arancel del 18 % sobre el banano filipino entre abril y septiembre, y un 8 % entre octubre y marzo, pese a ser su principal proveedor, con una participación del 75 % de las importaciones japonesas en 2024. Sin embargo, esa cuota ha caído en la última década -llegó a representar el 90 %- debido a la entrada de competidores con tarifas más bajas, como México, Perú y Vietnam.
Tiu Laurel explicó que Tokio ha mostrado "apertura a discutir posibles revisiones" del tratado, siempre que Filipinas presente concesiones recíprocas. "Ellos mencionaron que sería posible si tenemos algo que ofrecer. Estamos trabajando con el Departamento de Comercio y otras agencias para elaborar una propuesta integral", dijo el ministro tras reunirse con su homólogo japonés, Shinjiro Koizumi.
Competencia directa con América Latina en el mercado japonés
El reclamo filipino se apoya en un hecho clave: Japón aplica cero aranceles al banano mexicano y peruano gracias a sus acuerdos bilaterales de libre comercio, y mantiene tarifas más bajas con Camboya, Laos y Vietnam, que las reducirán a cero en 2028 bajo el Acuerdo Integral y Progresista para la Asociación Transpacífica (CPTPP).
Filipinas no forma parte de ese bloque, aunque el gobierno ya anunció su intención de adherirse para obtener los mismos beneficios. El CPTPP reúne a 12 economías del Pacífico, entre ellas Chile, México y Perú, además de Japón, Vietnam y Malasia, conformando una de las plataformas comerciales más relevantes del eje Asia-América Latina.
La posibilidad de que Filipinas ingrese al acuerdo preocupa a los exportadores latinoamericanos, ya que una rebaja arancelaria podría reducir su ventaja competitiva en el mercado japonés, actualmente abastecido en un 20 % por banano latinoamericano. Ecuador, líder mundial del producto, no tiene acuerdo comercial con Japón, mientras que Colombia y Guatemala han mantenido una presencia marginal debido a los costos logísticos y las exigencias fitosanitarias del destino.
En este escenario, el avance filipino representa un nuevo frente de competencia transpacífica, donde América Latina y el Sudeste Asiático compiten por los mismos consumidores de fruta fresca en Asia, Estados Unidos y Europa.
Durante su encuentro con Koizumi, Tiu Laurel también planteó la ampliación del acceso para otros productos agrícolas filipinos, como el pomelo y el atún, mientras Japón busca exportar más uvas y productos pecuarios a Filipinas. Ambos gobiernos coincidieron en mantener un diálogo técnico permanente para equilibrar el intercambio.
La industria bananera filipina enfrenta un contexto complejo. Aunque el país sigue siendo el segundo exportador mundial detrás de Ecuador, la rentabilidad se ha reducido por los costos de insumos, las exigencias laborales y los impactos de eventos climáticos extremos. Una rebaja arancelaria en Japón, su principal mercado, podría fortalecer su posición frente a competidores latinoamericanos que también buscan diversificar destinos.
Desde el lado latinoamericano, la atención está puesta en cómo evolucione esta negociación. Perú y México ya gozan de acceso preferencial en Japón; Ecuador concentra sus ventas en la Unión Europea y Rusia, y Colombia en Estados Unidos y la UE. Pero todos observan con cautela la expansión asiática: Vietnam, con una tarifa actual del 5,4 %, aumentó su cuota en Japón de 0,2 % en 2018 a 3,2 % en 2024, y llegará al arancel cero en apenas tres años.
Para los analistas del sector, la política comercial japonesa podría definir una nueva geografía del banano global, donde los tratados transpacíficos sean tan determinantes como el clima o los costos de producción. "La apertura de Japón a Filipinas no solo afectará al sudeste asiático; tendrá repercusiones en toda la cadena latinoamericana", advirtió un especialista regional en comercio agrícola.
La evolución de las negociaciones será clave en los próximos meses. Si Filipinas logra obtener un trato preferencial similar al de sus pares latinoamericanos, el mercado japonés -hoy valuado en más de US$ 1.200 millones anuales en importaciones de banano- podría experimentar una redistribución profunda de proveedores. Y con ello, América Latina y Asia entrarían en una nueva fase de competencia directa por el consumidor del Pacífico.