Capital noruego busca terreno en el agro latinoamericano
El mayor fondo soberano del mundo destina más de US$16.600 millones a la región y abre oportunidades para energía, infraestructura y agronegocios.
El fondo soberano de Noruega, administrado por el Norges Bank Investment Management (NBIM) y considerado el más grande del planeta, ha consolidado su presencia en América Latina con inversiones que superan los US$16.600 millones. Aunque la región representa apenas el 0,8% de su portafolio global, su peso es estratégico por la diversificación geográfica y la exposición a sectores clave como energía, infraestructura, consumo masivo y agroindustria.
Brasil y México encabezan la lista de destinos, con inversiones superiores a US$5.000 millones y US$3.500 millones respectivamente, seguidos por Chile (US$1.000 millones), Colombia (US$100 millones) y Perú (US$50 millones). Si bien la mayoría de los recursos están volcados a sectores energéticos y financieros, el portafolio refleja una apuesta creciente por empresas ligadas a alimentos, bebidas y comercio minorista, que tienen un fuerte vínculo con la cadena agroalimentaria regional.
Inversión y agroindustria: una conexión en expansión
Entre las compañías seleccionadas destacan FEMSA, con US$270 millones invertidos, controladora de OXXO y embotelladora de Coca-Cola, lo que la posiciona en el corazón del consumo de alimentos y bebidas en México. En Chile, aparecen firmas como Empresas Copec y Colbún, vinculadas tanto a la energía como a la producción forestal y papelera, sectores estrechamente relacionados con el mundo agroindustrial.
En Colombia, el fondo incluye a Cementos Argos y Ecopetrol, pero también ha mostrado interés en emisores de deuda vinculados a infraestructura logística, crucial para la salida de productos agrícolas hacia los mercados externos. En Perú, las inversiones abarcan a InRetail y Andino Investment Holding, ambas con presencia en la cadena de distribución de alimentos.
Si bien el portafolio prioriza compañías consolidadas en sectores tradicionales, la apuesta por consumo masivo y logística se traduce en un apoyo indirecto al agro latinoamericano, que depende de esas redes para colocar sus productos y asegurar competitividad en exportaciones.
La propia estructura de renta fija del fondo refuerza esa conexión. México, por ejemplo, concentra más de US$2.450 millones en bonos soberanos y corporativos, incluyendo a Gruma, gigante del maíz y las tortillas, y Coca-Cola Femsa, ambos actores estratégicos en la cadena agroalimentaria global. En Chile, los bonos de CMPC (papel y celulosa) se conectan directamente con la producción forestal, mientras que en Perú el fondo sostiene posiciones en títulos soberanos que financian parte de la infraestructura agrícola.
Un espejo de tendencias globales
El fondo noruego administra más de US$1,5 billones en todo el mundo, y su estrategia de largo plazo busca equilibrio entre rentabilidad y sostenibilidad. De hecho, el NBIM ha incorporado criterios de gobernanza y responsabilidad ambiental, lo que abre interrogantes sobre cómo estas exigencias impactarán en las empresas agroindustriales latinoamericanas, en un momento en que la sostenibilidad es requisito para acceder a los mercados internacionales.
Para la región, la presencia de este capital significa algo más que un flujo financiero: representa un aval de confianza internacional en la estabilidad de sus sectores estratégicos. A la vez, implica la necesidad de que los países y las empresas locales se adapten a estándares más rigurosos en transparencia, trazabilidad y sustentabilidad, condiciones que ya marcan la competitividad del agro en los mercados de exportación.
Los rendimientos del fondo en el primer semestre de 2025 muestran la magnitud de su alcance: una rentabilidad total de 5,7%, impulsada por el buen desempeño del mercado accionario y en especial de los activos renovables, con retornos cercanos al 9,4%. La lectura para América Latina es clara: el capital de largo plazo está disponible, pero se dirige hacia sectores donde confluyen energía, sostenibilidad y agroindustria.
En definitiva, el fondo soberano noruego no solo invierte en acciones y bonos: su presencia en la región configura un mapa de oportunidades para el agro latinoamericano, desde la producción de alimentos hasta la infraestructura y el consumo. En un continente que busca ampliar mercados y atraer capital, su mirada disciplinada y global puede ser tanto una palanca de crecimiento como una vara de exigencia para la modernización del sector.