México y EE.UU. ponen al agro en el centro de la revisión del T-MEC
Las tensiones por el maíz genéticamente modificado, los plaguicidas y las exportaciones de ganado en pie dominan la agenda bilateral. Ambos países buscan resolver fricciones antes de la revisión del tratado en 2026.
El sector agroalimentario vuelve a colocarse en el centro de la relación comercial entre México y Estados Unidos, en un momento en que ambos países ajustan posiciones de cara a la revisión del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) prevista para 2026. Las diferencias en torno a biotecnología agrícola, plaguicidas y barreras sanitarias han generado roces que podrían definir el tono de las negociaciones.
Estados Unidos ha insistido en que México ha complicado el comercio binacional con su política restrictiva al maíz genéticamente modificado, así como con la prohibición de sustancias activas en plaguicidas y los retrasos en la autorización de registros sanitarios por parte de Cofepris. Para Washington, estas medidas limitan el acceso de sus productos al mercado mexicano y generan incertidumbre para los productores.
Pero México también acusa obstáculos en el otro lado de la frontera. Desde 2024, las exportaciones mexicanas de bovino en pie están prácticamente detenidas por argumentos sanitarios de EE.UU., a pesar de los trabajos conjuntos entre ambos países. Además, en julio de este año, se tomó la decisión unilateral de finalizar el Acuerdo de Suspensión que evitaba investigaciones antidumping contra el tomate mexicano, lo que reavivó tensiones en un sector clave para las agroexportaciones.
De acuerdo con el especialista Rubisel Velázquez, estos roces son inevitables en una relación comercial de la magnitud de la agroalimentaria, pero confió en que serán resueltos antes de la revisión del tratado. "Precisamente, lo que viene en 2026 es una revisión del funcionamiento de las disposiciones del T-MEC, es decir, si las reglas actuales son suficientes y eficientes o si habrá que hacer algunos ajustes", explicó.
Cada año, Estados Unidos publica un listado de preocupaciones sobre los obstáculos comerciales que enfrenta con México, lo que obliga a matizar los señalamientos. Según Velázquez, muchos de los registros pendientes en materia de plaguicidas y biotecnología obedecen a procesos técnicos internos que, aunque lentos, no necesariamente deben resolverse en el marco de la revisión.
Para el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), más allá de los temas puntuales, el gran reto será establecer canales de solución concretos que permitan resolver los conflictos bajo un esquema de cooperación. "El sector agroalimentario requiere reglas claras, trato recíproco y apego a los compromisos establecidos en el T-MEC. El reto para ambos gobiernos será mantener un diálogo técnico y político que ofrezca certidumbre a productores y consumidores", señaló el organismo.
Entre los principales puntos de fricción destacan los siguientes:
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Por parte de Estados Unidos: críticas a la política energética que privilegia a CFE y Pemex sobre la inversión privada, obstáculos regulatorios en agricultura, salud y servicios financieros, restricciones a la biotecnología agrícola, demoras de Cofepris en registros sanitarios, rechazo a plaguicidas como el glifosato y denuncias sobre piratería.
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Por parte de México: inconformidad por el cierre a las exportaciones de ganado en pie, la imposición de aranceles al tomate mexicano bajo acusaciones de dumping sin pruebas concluyentes y las preocupaciones sobre las condiciones laborales de migrantes en el campo estadounidense.
La revisión del T-MEC en 2026 se perfila como un ejercicio clave para medir la eficacia del tratado. Aunque en términos globales ha favorecido el comercio entre México y Estados Unidos, el agro se ha convertido en terreno de disputa recurrente. Resolver estas diferencias será esencial para garantizar un marco de cooperación estable y duradero en la relación bilateral.