México apuesta por moscas estériles para frenar un parásito letal que devora ganado
En un giro inesperado, México abre una planta para criar y liberar moscas que no pueden reproducirse. ¿La razón? Combatir una antigua amenaza resurgida: el gusano barrenador, un parásito carnívoro que puede diezmar al ganado y cruzar la frontera con Estados Unidos. ¿Podrán estos insectos salvar a la ganadería?
México se prepara para enfrentar una silenciosa pero devastadora amenaza sanitaria que pone en riesgo a su ganado, la producción agropecuaria e incluso la bioseguridad fronteriza con Estados Unidos. El arma elegida no es un pesticida, ni un tratamiento veterinario tradicional, sino algo mucho más inusual: moscas macho estériles.
El gobierno mexicano anunció que abrirá en 2026 una nueva planta especializada en el estado de Veracruz, con la capacidad de criar y liberar hasta 200 millones de moscas estériles por semana. El objetivo: combatir al gusano barrenador del ganado, también conocido como "mosca de la bichera", una plaga parasitaria letal que fue erradicada en Estados Unidos hace más de 40 años, pero que ha resurgido en México desde 2023.
Este insecto, cuyo nombre científico es Cochliomyia hominivorax -literalmente, "devorador de hombres"-, coloca sus huevos en heridas abiertas de animales de sangre caliente, donde las larvas eclosionan y comienzan a alimentarse del tejido vivo. Si no se trata rápidamente, la infestación puede matar a un animal en cuestión de semanas. El riesgo no solo afecta a bovinos, sino también a especies silvestres, fauna doméstica y, en casos extremos, a seres humanos.
La técnica que se aplicará es conocida como SIT (Sterile Insect Technique), un método probado durante décadas que consiste en criar millones de moscas macho, esterilizarlas mediante radiación y liberarlas al ambiente. Estas moscas se aparean con hembras silvestres, pero no producen descendencia, lo que reduce progresivamente la población de la plaga.
Estados Unidos, que erradicó el gusano barrenador en 1982, ve con alarma su reaparición al sur de la frontera. Por ello, el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) cofinanciará el proyecto junto con México y la Organización Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (OIRSA). El presupuesto inicial para la planta asciende a $23 millones de dólares, según informó la Secretaría de Agricultura mexicana.
Actualmente, México depende de una planta de moscas estériles ubicada en Chiapas, cerca de la frontera con Guatemala, que se enfoca en proteger la zona sur del país. Pero el reciente brote del parásito en zonas del centro y norte mexicano ha encendido las alarmas: se teme que pueda extenderse hacia el norte y cruzar nuevamente a Estados Unidos, lo que supondría un retroceso sanitario histórico.
La planta de Veracruz será la primera en su tipo en el hemisferio norte, fuera del área de control de Guatemala, y se espera que juegue un rol crucial en la estrategia trinacional de erradicación y contención. Funcionará con tecnología de punta y protocolos avalados por organismos internacionales, e incluirá procesos automatizados de cría, irradiación, enfriamiento y liberación aérea de los insectos.
El impacto económico de la infestación puede ser descomunal. La ganadería representa un sector vital para la economía mexicana y cualquier brote no controlado implica pérdidas millonarias por muerte de animales, tratamiento veterinario, restricciones comerciales y pérdidas de productividad.
Además del componente económico, el uso de moscas estériles representa una alternativa ambientalmente sostenible frente al uso masivo de insecticidas, que podrían tener consecuencias negativas en los ecosistemas. La técnica SIT ha sido utilizada con éxito en otros países para el control de plagas como la mosca de la fruta, con excelentes resultados en términos de sanidad y sostenibilidad.
El reto, sin embargo, es logístico y temporal. Para que el sistema funcione eficazmente, debe haber una liberación constante y masiva de moscas estériles en zonas previamente identificadas con focos activos del parásito. Además, se requiere una coordinación regional entre gobiernos, productores ganaderos, veterinarios y científicos.
México se encuentra en una carrera contrarreloj para evitar que el gusano barrenador recupere terreno y cruce la frontera hacia el norte. Si lo logra, no solo protegerá a su propia industria ganadera, sino que se consolidará como un referente en biotecnología aplicada a la sanidad animal en América Latina.
Mientras tanto, en los laboratorios de Veracruz, los científicos afinan detalles para iniciar la producción en masa de estos discretos salvadores alados: moscas que no pueden reproducirse, pero que podrían ser clave para proteger el futuro de la ganadería nacional.