México fija precios mínimos de exportación para tomates tras fin de acuerdo con EE.UU.
El gobierno mexicano estableció precios base para las ventas externas de tomates con el objetivo de proteger la producción local y asegurar el abastecimiento interno, luego de que Estados Unidos se retirara del pacto bilateral vigente desde 2019. La medida, respaldada por productores, busca reforzar la competitividad agrícola y sostener el empleo rural.
México decidió fijar precios mínimos de exportación para el tomate fresco, en un paso que redefine las reglas del comercio de uno de los productos agrícolas más importantes para el país. La medida, que entró en vigor inmediatamente tras su publicación en el Diario Oficial de la Federación el 8 de agosto, llega después de que Estados Unidos se retirara unilateralmente del acuerdo bilateral que desde 2019 regulaba el comercio de este producto.
El anuncio, realizado por las secretarías de Economía y Agricultura, subraya que los nuevos precios mínimos buscan proteger la producción interna, garantizar el abastecimiento doméstico y mantener la competitividad internacional del sector. De acuerdo con cifras oficiales, México exportó 3.300 millones de dólares en tomates en 2024, lo que lo posiciona como uno de los principales proveedores globales, especialmente para el mercado estadounidense.
La ruptura del pacto se concretó el 14 de julio, cuando la administración de Donald Trump anunció un arancel del 17 % a las importaciones de tomate fresco mexicano, una medida que impacta directamente a exportadores y productores en estados como Sinaloa, Baja California, San Luis Potosí y Michoacán, donde el cultivo de tomate es una de las principales actividades económicas.
Precios mínimos y variedades alcanzadas
Según la disposición, los precios base por kilogramo que regirán para exportaciones definitivas son:
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$1,70 dólares para tomates cherry, grape, cóctel y heirloom.
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$0,88 dólares para tomates Roma.
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$0,95 dólares para tomates redondos.
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$1,65 dólares para tomates redondos con tallo.
El esquema no establece límites de volumen ni precios máximos, pero los valores serán revisados cada año o antes, si las condiciones de mercado así lo requieren. El objetivo, señalan las autoridades, es evitar que las ventas externas se realicen por debajo de un umbral que ponga en riesgo la rentabilidad de los productores nacionales.
Las asociaciones mexicanas de productores de tomate respaldaron la decisión y destacaron que la fijación de precios mínimos contribuirá a evitar prácticas desleales de comercio, así como a mantener la estabilidad económica y laboral en el campo mexicano.
Impacto en la cadena de valor y desafíos del mercado
El tomate es uno de los productos más exportados por México dentro del sector agroalimentario, con una demanda que se concentra principalmente en Estados Unidos pero que también crece en mercados como Canadá, Europa y Asia. Sin embargo, la dependencia del mercado estadounidense ha sido un factor de vulnerabilidad para los productores, ya que las decisiones comerciales y políticas en Washington tienen un impacto inmediato en la cadena de valor.
Con la aplicación de aranceles y el fin del acuerdo de 2019, los productores enfrentan el reto de diversificar destinos y fortalecer relaciones comerciales con otros países. En este sentido, el gobierno mexicano ha señalado que explorará nuevos acuerdos bilaterales y multilaterales para ampliar la colocación del tomate en mercados que ofrezcan condiciones más estables.
El establecimiento de precios mínimos también podría tener un efecto indirecto en los precios internos. Si bien el objetivo es garantizar el suministro nacional, la mayor rentabilidad en las exportaciones podría incentivar que parte de la producción se destine prioritariamente al mercado externo, lo que podría presionar los valores en el consumo doméstico.
Desde la óptica de los productores, la medida ofrece un respiro frente a un escenario incierto. El respaldo institucional y la posibilidad de contar con un piso de precios para negociar en mercados internacionales fortalece la posición del sector, aunque persisten desafíos en materia de competitividad, costos logísticos y barreras fitosanitarias.
Un paso hacia la soberanía alimentaria
Para el gobierno, la decisión se enmarca en un compromiso más amplio con la soberanía alimentaria y el desarrollo rural. Las autoridades remarcaron que la agricultura no solo es un motor económico, sino también un pilar para el empleo en comunidades donde el cultivo de tomate representa ingresos directos para miles de familias.
En un contexto global marcado por la volatilidad comercial, la medida busca dar previsibilidad a un sector clave, mientras se abren nuevas oportunidades para que el tomate mexicano consolide su presencia en mercados internacionales sin poner en riesgo el consumo interno.
El desafío ahora será combinar la defensa de la producción nacional con una estrategia de expansión comercial inteligente, capaz de mantener la calidad, cumplir con exigentes estándares internacionales y aprovechar el reconocimiento que el tomate mexicano ya tiene en los principales mercados del mundo.