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México compra más maíz del exterior: Estados Unidos concentra el suministro

Entre enero y agosto de 2025, México importó 16,8 millones de toneladas de maíz, la mayoría proveniente de Estados Unidos. El aumento se concentra en maíz amarillo transgénico para la industria pecuaria, pero también crecen las compras de maíz blanco.

Las importaciones de maíz en México alcanzaron un nuevo récord histórico durante los primeros ocho meses de 2025. Según cifras de la Agencia Nacional de Aduanas (ANAM), entre enero y agosto ingresaron al país 16,8 millones de toneladas, volumen que supera en 0,2 % al registrado en el mismo periodo de 2024.

El valor de estas compras ascendió a 3.573 millones de dólares, lo que representa un aumento del 2,4 % respecto al año anterior. El crecimiento estuvo liderado por el maíz amarillo transgénico, que constituye la mayor parte de las importaciones y proviene casi en su totalidad de Estados Unidos, consolidando a ese país como principal proveedor.

El maíz amarillo es un insumo esencial para la industria pecuaria mexicana, ya que se utiliza en la elaboración de alimento balanceado para aves, porcinos y bovinos. Debido a la insuficiencia de la producción nacional para cubrir estas necesidades, México depende de las compras externas para abastecer aproximadamente la mitad de la demanda interna.

Importaciones de maíz blanco en ascenso

Aunque México es autosuficiente en maíz blanco, destinado principalmente a la producción de masa y tortillas, los datos muestran un repunte inesperado en las compras de este grano. La ANAM reportó un alza del 268 % en las importaciones, al pasar de 210.000 toneladas en 2024 a 760.000 toneladas en 2025.

Especialistas advierten que, si la tendencia se mantiene y las compras superan el millón de toneladas, se encenderían señales de alerta sobre la dependencia externa en un alimento básico de la dieta mexicana. En este contexto, analistas han subrayado la importancia de fortalecer la producción nacional de maíz blanco como pilar de la seguridad alimentaria.

El crecimiento no se limita al maíz. Las importaciones totales de granos se ubicaron en 32 millones de toneladas entre enero y agosto, lo que representa un incremento marginal del 0,8 % frente al mismo periodo de 2024. Sin embargo, el valor económico de estas compras creció 7,3 %, alcanzando 10.900 millones de dólares, impulsado por los precios internacionales y la depreciación del peso frente al dólar en ciertos tramos del año.

Este contexto refleja un doble fenómeno: por un lado, la estabilidad en volúmenes que permite a México abastecer a sus cadenas productivas; por otro, el aumento de los costos que presiona a las industrias de alimentos y eleva el riesgo de traslado a precios para el consumidor final.

El récord en importaciones de maíz reaviva el debate sobre la autosuficiencia alimentaria y la política agrícola nacional. El país produce suficiente maíz blanco para consumo humano directo, pero mantiene una dependencia estructural del maíz amarillo transgénico para el sector pecuario e industrial.

A esto se suma la incertidumbre sobre la entrada en vigor de regulaciones más estrictas respecto al uso de organismos genéticamente modificados, que podrían generar tensiones comerciales en el marco del T-MEC con Estados Unidos y Canadá.

Los especialistas insisten en que la diversificación de proveedores y el impulso a la productividad nacional son claves para reducir la vulnerabilidad. Al mismo tiempo, destacan la necesidad de políticas diferenciadas que garanticen precios justos a los productores locales y fomenten la inversión en tecnología agrícola y cadenas de valor regionales.

De cara a fin de año, se espera que las importaciones de maíz mantengan un volumen alto, dado que la producción nacional enfrenta limitaciones por sequías en algunas regiones y costos elevados de insumos. El sector agroalimentario advierte que, sin un plan integral, México continuará dependiendo en gran medida de Estados Unidos para garantizar el abasto de granos estratégicos.                                La pregunta central es cómo equilibrar la competitividad internacional con la seguridad alimentaria nacional, en un contexto donde las decisiones de política agrícola y comercial definirán el futuro de uno de los productos más sensibles para la economía y la cultura del país.

Agrolatam.com
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