Productores mexicanos de tomate advierten: "Los aranceles están matando la industria"
Tras el fin del Acuerdo de Suspensión con EE. UU., el sector enfrenta un arancel antidumping del 17% que compromete su viabilidad y amenaza con arrastrar a toda la cadena agroalimentaria.
Seis semanas después de la finalización del Acuerdo de Suspensión del Tomate entre Estados Unidos y México, los productores mexicanos viven un escenario crítico. El pacto, vigente desde 1996 y renovado en 2019, permitía pausar los aranceles antidumping a cambio de que los exportadores cumplieran con precios de referencia mínimos. Pero desde su término, en julio, entraron en vigor nuevos gravámenes que golpean directamente al corazón de la industria.
El Departamento de Comercio de EE. UU. reimpuso un arancel del 17% sobre la mayoría de las importaciones de tomate fresco mexicano, lo que cambió radicalmente las condiciones de competitividad. En paralelo, el gobierno mexicano elevó los precios mínimos de exportación para distintas categorías de tomate, buscando preservar la viabilidad del negocio.
Un golpe inesperado
Para Jorge Manuel Del Toro Chávez, director general de Finka -empresa especializada en tomates y pepinos de invernadero-, el impacto es devastador. "La realidad es que los aranceles están matando a la industria", afirma. Según explica, la medida tomó por sorpresa a muchos productores, quienes no creyeron que el acuerdo llegaría a su fin sin margen de renegociación: "Lo más alarmante es que ya no habría una mesa de negociación para suspenderlo. Y este impuesto por dumping incluso corría el riesgo de ser aún más alto".
El directivo advierte que los intentos de los agricultores por diversificar hacia otros cultivos, como los pimientos, no ofrecen una salida real. La oferta en ese mercado ya está consolidada, y sumar volúmenes adicionales solo presionaría los precios a la baja: "Este volumen adicional afectará sin duda el precio promedio anual del producto, generando un efecto de auto-saturación".
Riesgo de quiebras en cadena
Del Toro alerta que el problema no puede resolverse con ajustes en la siembra ni confiando en la supervivencia de unos pocos actores. "Cuando solo queden algunos sobrevivientes, no habrá precio que cubra las deudas adquiridas y seguramente terminarán cerrando después", señala.
La crisis amenaza con extenderse más allá del campo. El flujo de caja se ha visto severamente reducido, y con ello la capacidad de pagar proveedores, cumplir con deudas bancarias y sostener el empleo. "La industria del tomate se desangra: enormes pérdidas de liquidez y utilidades que no permitirán atender primero a proveedores, luego a bancos y finalmente a los trabajadores. No estamos lejos de un cierre total que arrastre no solo al sector agrícola, sino a toda la cadena", advierte.
Una solución en manos del Estado
El dirigente de Finka remarca la necesidad de que el tema sea abordado en el plano diplomático y económico. "Esta situación debe resolverse desde la Secretaría de Economía y la Cancillería para eliminar este impuesto", subraya.
De no lograrse un acuerdo, la caída de la industria del tomate mexicano tendría un impacto regional, afectando a actores en México, Estados Unidos y Canadá que participan en distintas fases de la cadena de suministro.
Un sector en la cuerda floja
El tomate es uno de los productos más emblemáticos de la horticultura mexicana y sufre un escenario de vulnerabilidad sin precedentes. La combinación de aranceles elevados, costos financieros crecientes y mercados saturados coloca a los productores ante un dilema: resistir con pérdidas o abandonar la actividad.
Por ahora, el sector espera señales claras de negociación binacional que devuelvan previsibilidad y eviten que una industria clave para la exportación hortícola mexicana se derrumbe.