Carne paraguaya sin freno: las exportaciones a Israel continúan pese a la guerra
A pesar del conflicto en Medio Oriente, Paraguay mantiene su vínculo comercial con Israel y continúa exportando carne bajo certificación kosher. Con cambios en la logística y reconfiguración operativa, la industria cárnica nacional logra sostener uno de sus mercados más exigentes.
En medio del complejo escenario geopolítico en Medio Oriente, las exportaciones de carne paraguaya a Israel no se han detenido. Si bien la guerra ha obligado a adaptar procesos logísticos y ajustar protocolos de embarque, la cadena cárnica paraguaya ha demostrado flexibilidad y capacidad para sostener su presencia en un mercado de alto valor estratégico.
Israel representa históricamente uno de los destinos más exigentes y rentables para la carne paraguaya, especialmente en lo que respecta al cumplimiento de los estándares de calidad y a la certificación kosher. Las exportaciones a este país no solo implican un riguroso proceso productivo, sino también un encadenamiento logístico que debe adecuarse a parámetros culturales, religiosos y sanitarios muy específicos.
Según datos del Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa), Paraguay ha logrado mantener el flujo exportador, aunque con modificaciones en los canales logísticos. Los embarques, que anteriormente seguían rutas comerciales tradicionales, ahora requieren mayor planificación, uso de puertos alternativos y coordinación estrecha con agentes internacionales.
"La situación en Israel nos obligó a reestructurar varios aspectos operativos, pero el compromiso del sector ganadero y exportador paraguayo permitió mantener la continuidad comercial", señalaron desde la Cámara Paraguaya de Carnes (CPC). La carne destinada a este mercado sigue siendo faenada bajo supervisión rabínica, con cuadrillas especializadas y bajo los protocolos kosher que aseguran su aceptación religiosa.
Este esfuerzo sostenido tiene justificación: Israel es uno de los mercados premium para Paraguay, dispuesto a pagar precios diferenciales por cortes seleccionados, con alta trazabilidad y garantías sanitarias. En lo que va del año, ya se han exportado más de 3.800 toneladas de carne bovina a ese destino, generando divisas clave para el sector agroindustrial del país.
Además, la continuidad de esta relación comercial refuerza la reputación internacional de Paraguay como proveedor confiable incluso en contextos críticos, lo que podría tener efectos positivos en futuras negociaciones con otros países de alta exigencia. La capacidad de mantener flujos hacia Israel mientras otros proveedores han debido frenar envíos, posiciona al país con una ventaja comparativa significativa.
La adaptación logística ha sido uno de los mayores desafíos. Debido a restricciones aéreas y marítimas en algunas zonas, los exportadores han debido redireccionar sus cargas por puertos alternativos, como los de Europa del Este o del Mediterráneo, y reforzar seguros de carga e inspecciones sanitarias intermedias. Esta complejidad logística no ha impedido que los embarques lleguen a destino, aunque sí ha extendido los plazos y encarecido algunos tramos del proceso.
Desde el Senacsa y el Ministerio de Agricultura y Ganadería se destacó la coordinación público-privada, que permitió resolver obstáculos técnicos y mantener el cumplimiento de los contratos internacionales. Asimismo, se continúa trabajando en alternativas de diversificación de mercados, para reducir la dependencia de destinos únicos y aumentar la resiliencia del sistema exportador.
El caso israelí también ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la certificación, la trazabilidad y la eficiencia logística como factores de competitividad internacional. En un mercado global cada vez más complejo, no alcanza con tener buen producto: hay que saber adaptarlo, transportarlo y comunicarlo.
El sector cárnico paraguayo ha demostrado estar a la altura del desafío. Con flexibilidad operativa, compromiso sanitario y capacidad de respuesta, mantiene activa una ruta comercial que muchos consideraban inviable en este contexto.
Mientras tanto, la industria continúa apostando a nuevos mercados, con gestiones en curso en países del sudeste asiático, África y Medio Oriente, sin descuidar sus compromisos tradicionales. La lección que deja esta experiencia es clara: la constancia y la adaptabilidad pueden convertir la adversidad en oportunidad.