Ganadería uruguaya marca récord en producción de terneros y consolida un ciclo histórico
El país encadena tres años consecutivos con más de tres millones de terneros destetados, un hito sin precedentes para la ganadería nacional. En paralelo, continúa la caída del stock ovino, que retrocede frente al auge bovino.
La ganadería uruguaya atraviesa un momento inédito. Este año, la producción de terneros destetados superará nuevamente los tres millones de cabezas, lo que confirma una tendencia histórica para el stock bovino nacional. Se trata de la tercera vez consecutiva que el país logra este nivel de productividad, consolidando un ciclo que hasta hace pocos años parecía excepcional.
El dato cobra dimensión si se lo compara con el registro de 2020, cuando el Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG) reportó por primera vez que se habían superado los 3,015 millones de terneros destetados. Ese resultado fue entonces interpretado como un hecho aislado, impulsado por condiciones climáticas favorables y una coyuntura particular en los sistemas de cría. Hoy, con tres años consecutivos por encima de la barrera simbólica de los tres millones, la ganadería bovina confirma un cambio estructural en su capacidad de producción.
El desempeño refleja el esfuerzo de los productores, que han mejorado prácticas de manejo, genética, sanidad y suplementación, en un contexto donde el mercado internacional sigue demandando carne uruguaya. El hito también se vincula con un aumento sostenido de la preñez y el destete, apoyado en mejores índices de parición y en un clima relativamente favorable en las últimas campañas.
La consolidación de esta tendencia tiene implicancias de largo plazo para la oferta de carne bovina uruguaya. Con un flujo estable de terneros que supera los tres millones anuales, se asegura una base sólida para la recría, el engorde y la industrialización cárnica, lo que impacta en la planificación de las plantas frigoríficas y en el posicionamiento de Uruguay en los mercados de exportación. El país, que ya se ubica entre los mayores exportadores mundiales de carne de calidad, contará con una reserva de stock que fortalece su competitividad.
En paralelo, la contracara de este auge es la caída del stock ovino, un fenómeno que se viene observando desde hace más de una década. El número de ovejas sigue disminuyendo, en buena medida por el corrimiento de áreas hacia la ganadería bovina y la agricultura, la pérdida de competitividad internacional de la lana frente a fibras sintéticas y la menor rentabilidad del rubro ovino en carne.
Este retroceso preocupa a técnicos y autoridades, dado que la oveja cumple un rol estratégico en la diversificación de ingresos, el aprovechamiento de pasturas y la generación de empleo en zonas rurales. Sin embargo, los números son claros: mientras el ganado bovino gana protagonismo y marca récords históricos, los ovinos siguen cediendo terreno.
El contraste entre ambos rubros refleja una transformación profunda en la matriz ganadera uruguaya. La preferencia por la cría bovina responde tanto a factores de mercado como de manejo: el novillo uruguayo cuenta con demanda sostenida en destinos como China, la Unión Europea, Estados Unidos y Medio Oriente, mientras que el cordero encuentra nichos más limitados y exigentes.
La lectura de la coyuntura también deja lecciones para el futuro. Por un lado, Uruguay se proyecta con una ganadería bovina sólida y en crecimiento, capaz de abastecer de manera consistente a los mercados externos más exigentes. Por otro, enfrenta el desafío de no abandonar al rubro ovino, que si bien pierde espacio, aún puede jugar un papel relevante en la diversificación productiva y en la conservación de tradiciones rurales.
De confirmarse los números del SNIG, 2025 quedará registrado como otro año de producción récord de terneros, reforzando la idea de que Uruguay atraviesa un período "soñado" para la ganadería bovina. La pregunta que queda abierta es si este ciclo se sostendrá en el mediano plazo o si, como ocurrió con el auge ovino en décadas pasadas, terminará encontrando un límite.
Lo cierto es que, por ahora, el bovino uruguayo sigue escribiendo capítulos de expansión, mientras el ovino transita un camino de ajuste y repliegue. Una dualidad que define hoy la realidad del campo uruguayo y que marcará la agenda ganadera en los próximos años.