El cierre de octubre dejó una jornada de definiciones en el mercado internacional de granos. La soja volvió a destacarse con una suba semanal de 21 dólares por tonelada, alcanzando su valor más alto en quince meses, mientras que el trigo mostró señales alcistas de corto plazo ante la expectativa de una fuerte oferta desde el hemisferio sur. El maíz, por su parte, cerró con leves bajas diarias pero acumuló una semana positiva, sosteniendo precios por encima de su promedio móvil de 200 días. En todos los casos, los movimientos globales se cruzan con un dilema bien argentino: cómo capitalizar precios internacionales en alza cuando las retenciones, la brecha cambiaria y los costos logísticos siguen jugando en contra.

El comportamiento de la soja fue el gran dato de la semana. En el mercado de Chicago, los contratos cercanos cerraron con una recuperación sólida, y en el MATba-Rofex local las posiciones acompañaron con subas promedio del 6,5%.
Las posiciones principales muestran el siguiente cuadro:

El repunte se explica por una mayor demanda china, que reaparece con fuerza para recomponer stocks tras un año de menor producción local, y por señales de escasez de oferta global. El mercado técnico también acompañó el optimismo: la oleaginosa logró romper al alza un canal lateral que se mantenía hace más de un año, lo que genera expectativas de continuidad alcista en el corto plazo.
En Rosario, los precios promedio de la soja cámara rondaron los $477.000 por tonelada, con picos de hasta $485.000 en el sur, lo que refleja la tensión entre oferta y demanda interna. Sin embargo, los analistas advierten que el tipo de cambio y las retenciones del 33% siguen limitando la capacidad del productor para capturar plenamente el beneficio de los precios internacionales.

En el caso del maíz, la situación es más estable pero no menos relevante. Las cotizaciones en el mercado estadounidense se mantuvieron dentro de una tendencia lateral, aunque con un balance semanal positivo.
Los datos del cierre son los siguientes:

El mercado estadounidense enfrenta cierta reticencia de los productores a vender, un comportamiento que suele sostener los precios en el corto plazo. En Argentina, la dinámica es similar: muchos productores prefieren guardar el grano como refugio de valor, a la espera de un tipo de cambio más favorable o de medidas que alivien la carga impositiva. Pese a las recientes mejoras en la plaza local, los márgenes siguen ajustados y la rentabilidad depende cada vez más de la eficiencia logística y el acceso a financiamiento.

En tanto, el trigo comienza a cobrar protagonismo a medida que se aproxima la cosecha del hemisferio sur. En el mercado global, los precios mantienen un sesgo alcista impulsado por expectativas de gran oferta de Argentina y Australia, aunque aún dentro de un canal bajista de largo plazo. En el hemisferio norte, la siembra del trigo de invierno avanza a buen ritmo, con un 81% de avance en Rusia, 62% en Ucrania y 57% en Francia, según los últimos reportes.

El trigo argentino podría ingresar en los próximos meses con un volumen importante al mercado global, una buena noticia para la balanza comercial, pero también un desafío para los exportadores locales, que enfrentan altos costos portuarios y de transporte interno. Pese a los buenos rindes esperados, la competitividad sigue condicionada por factores estructurales, especialmente los derechos de exportación y la falta de previsibilidad cambiaria.

El panorama general deja una sensación mixta: los precios internacionales ofrecen aire y margen para mejorar los ingresos, pero la estructura económica interna impide que el productor argentino pueda aprovechar plenamente ese contexto. Como advierte un corredor de Rosario, "el mercado acompaña, pero el campo argentino sigue corriendo con viento en contra". Mientras los vecinos de la región -Brasil con su soja, Uruguay con la carne y Paraguay con el maíz- aprovechan los flujos comerciales favorables, Argentina se encuentra ante una oportunidad clara: ordenar sus políticas y aprovechar una coyuntura global que difícilmente se repita en el corto plazo.