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Todavía con margen para evitar el peor final

Alargar por 6 meses los pagos apunta a evitar una pérdida de reservas del Banco Central.

29 Ago 2019

 La crisis de confianza de los inversores y agentes económicos sobre la situación política y financiera en la Argentina sigue agravándose. Y la devaluación del peso y el desplome en los precios de bonos y acciones no frena; pronto, también inmuebles, campos, empresas y demás bienes y ahorros invertidos en el país. 

Mientras la dirigencia política sigue sumergida en la campaña electoral y se tiran unos a los otros la responsabilidad por la crisis desatada después del resultado de las Paso, las reservas siguen cayendo, a la vez que no se detiene el deterioro de los precios y la confianza. 

A esta altura del partido ya es una anécdota buscar culpables. Es cierto que la oposición no está dispuesta a colaborar en serio con el Gobierno para evitar una crisis financiera. Y es evidente que hay sectores que foguean la crisis, suponiendo que cuanto peor termine la administración Macri, mayor margen para los que vengan después. 

También es cierto que el Gobierno nunca tuvo plan B para el caso de que fuera tan derrotado en las Paso. 

Y es cierto que toda la estabilidad del dólar a 45 pesos y las inconsistencias de la situación económica estaban contenidas gracias a deudas de corto plazo en dólares que contrajo el Gobierno con privados que apostaban a la continuidad de la actual administración; más un préstamo extraordinario y de emergencia del FMI hasta lograr la reelección de Mauricio Macri. Un acuerdo que siempre fue cuestionado por la oposición, con los mismos argumentos que profundizaron la corrida esta semana. 

Mientras seguimos discutiendo, en tanto, el Gobierno acusa a la oposición de irresponsable. Y los opositores al macrismo, de haber organizado una catástrofe social: el Banco Central sigue perdiendo reservas. 

Así el país se acerca semana a semana a escenarios peligrosos totalmente innecesarios, como una corrida bancaria ya sistémica contra los depósitos en dólares y también en pesos que vacíe las reservas y termine de fulminar lo poco que queda en pie de la economía y el futuro. 

Evitar el peor final es ahora la gran responsabilidad del gobierno del presidente Macri. Está obligado a estabilizar la crisis, al menos a intentarlo, porque también su futuro, en el oficialismo o en la oposición, mucho depende de cómo resulte el final de su Gobierno. 

Ayer el equipo económico pareció dar el primer paso. Asumiendo un costo político y económico altísimo, el Gobierno alargó por 6 meses en forma obligatoria todos los pagos de deuda en pesos y en dólares de corto plazo para inversores institucionales, y anunció que inicia un proceso de canje de deuda sin afectar pagos de intereses ni de capital. 

Significa reconocer que, ante la realidad política y económica actual, sin importar quién tiene la culpa, no hay reservas para atender a todos los demandantes de dólares, y entonces el Gobierno privilegia a los ahorristas particulares y a los tenedores de depósitos en pesos y en dólares en el sistema financiero. 

Por las malas, y cayendo una vez más la Argentina en un incumplimiento que legalmente no sería default porque no se afectan pagos de intereses ni capital, es como que se fabrican entre 15 mil y 20 mil millones de dólares adicionales para tratar de mantener la estabilidad hasta las elecciones. 

Es el mal menor, no sabemos si alcanza, o serán necesarias más medidas extraordinarias. Evitar el peor final sólo es posible si en el Banco Central existen reservas. Es una condición necesaria, no suficiente. 

Hay que pensar en administrar la escasez. Al menos en forma transitoria, hasta que se defina en octubre quién es el presidente electo. No ayuda a la estabilidad la estrategia de seguir alentando la grieta y las divisiones, seguir los consejos de los halcones en el oficialismo y la oposición. 

Cuidar las reservas y no cometer los errores del pasado es la única forma de garantizar en serio que se pueda cumplir sin sobresaltos el calendario institucional de la Argentina, que se vote el 27 de octubre o en noviembre si hubiera ballottage, y que se cumplan los plazos normales del mandato presidencial. 

Las declaraciones de compromiso en defensa de los valores democráticos no alcanzan. Los problemas de plata, se resuelven con plata. Hasta los economistas más cercanos al oficialismo y la mayoría de los especialistas independientes opina hoy que ya con las reservas disponibles no hay dólares para todos, mucho menos si, como parece, se demora el famoso desembolso de 5400 millones del FMI. 

Como los agentes económicos suponen que tarde o temprano llegará algún grado mayor de control de cambios y de capitales en la Argentina (cantado si gana Alberto Fernández pero también sospechado y más ahora si Macri logra el milagro de un segundo mandato), se acelera la salida de dólares en la Argentina. No solo los grandes jugadores. También sectores minoristas que ahora tienen cuentas en el exterior declaradas, y que con una tecla en el teléfono transfieren sus activos al segundo. 

La dinámica de la crisis es exponencial. Dada la situación desatada, dada la realidad de que no existen perspectivas de un acuerdo civilizado entre Macri y Alberto Fernández para la transición, a las medidas deberá tomarlas el actual Gobierno. 

Ya el Banco Central intentó ayer intervenir entre los bancos y los exportadores para inducir una oferta de dólares que nunca es suficiente en estas horas. Tampoco parece efectiva. La mayoría de las cerealeras toma dólares en el exterior y los va ingresando según los pesos que necesita para pagar lo que les van vendiendo los productores, no se financian en pesos en la banca local. 

En la cátedra económica y en los mercados se calcula que será la administración Macri la que deba establecer finalmente algún grado de control de cambios o un mercado desdoblado transitorio para tratar de estabilizar la situación antes de quedarse sin reservas y correr riesgos políticos mayores en el final del mandato. 

Como lo único sagrado son los depósitos, y la Argentina no debería ni tiene por qué repetir la salvajada del pasado con los ahorristas, también se especula con que el Gobierno tendrá que ofrecer un canje voluntario a los tenedores de Letras en dólares y en pesos. Medidas muy negativas, de alto costo político para el cierre de la era Macri, nada recomendables para un país que necesita inversiones e ingreso de capitales. 

Pero tal vez imprescindibles para definir algo también esencial para que la economía reviva: resolver en el mayor orden posible la sucesión en el poder. Nadie trae dinero a un país donde no se sabe quién manda. Mucho menos si los que mandan, o van a mandar, ni siquiera saben cómo seguir cuando termine la campaña y les toque gobernar.


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