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En 16 años, la población rural cayó a la mitad en Córdoba

En el mismo lapso, descendió 35% la cantidad de trabajadores en el agro. Los datos surgen de los censos agropecuarios. Incidió el cambio en la matriz productiva. Facebook 0

27 Feb 2020

La propiedad de la tierra fue el primer indicador que forjó la existencia del productor agropecuario en la pampa húmeda.

Uno de los elementos clave que ayudó a su formación fue el alambrado, traído por primera vez al país en la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, y que permitió separar e identificar las porciones de tierra y evitar que los animales se mezclaran.

A más de 130 años de su nacimiento, aquella razón de ser ya no es indispensable para su existencia: ya no se necesita ser propietario de la tierra para ser productor agropecuario.

Como parte de esa metamorfosis, la ruralidad también fue cambiando su fisonomía y la provincia de Córdoba no ha sido ajena a esta transformación.

El último Censo Nacional Agropecuario (CNA) reflejó que en las 20.660 explotaciones agropecuarias existentes en la provincia, 40.837 personas trabajaban de manera permanente. Si se tiene en cuenta que en el CNA realizado en 2002, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) había relevado 25.620 explotaciones y 63.489 trabajadores, el cambio en la matriz del agro ha sido significativa en lo que va del siglo.

Residencia rural

La comparación entre ambos censos refleja que, en Córdoba, la mano de obra ocupada en los campos cayó 35 por ciento, el equivalente a decir que en los últimos 16 años se perdió uno de cada tres puestos de trabajo en las explotaciones agropecuarias.

Ambos barridos territoriales muestran que la provincia perdió 20 por ciento de los establecimientos, lo que significa, en números absolutos, 4.960 unidades productivas menos.

Para Mariano Poledo, director Nacional de Planificación, Relaciones Institucionales e Internacionales del Indec, la menor cantidad de gente que vive en el campo se debe a un fenómeno que se percibe desde hace varios años, vinculado con la migración del campo a la ciudad, en la búsqueda de mejores oportunidades.

"Hay un efecto de especialización del sector, donde la actividad es de más capital intensivo, como la producción de cereales y oleaginosas, y menos mano de obra intensiva, como ganadería y tambo", explicó Poledo, quien hasta diciembre pasado fue el director de Estadísticas del Sector Primario del Indec y tuvo bajo su cargo el CNA 2018.

Además de haber menos trabajadores permanentes en las áreas rurales de la provincia, también ha disminuido de manera notoria la cantidad de personas que viven en el campo. El censo de 2002 había relevado 96.062 personas residentes en las explotaciones agropecuarias. En 2018, ese número cayó a 48.969. Es decir que, en lo que va del siglo, el campo de Córdoba perdió a la mitad de sus residentes.

"El proceso de concentración es lo que contribuyó a que el productor, sobre todo el pequeño, dejara el campo y decidiera alquilarlo o venderlo. Esta tendencia también es parte de la disminución que muestra el empleo rural", destacó Marco Giraudo, vicepresidente del Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre).

Para el productor y dirigente, que vive en un campo en la zona de Las Isletillas (departamento Tercero Arriba), hay un cambio en la cultura del trabajo rural.

"A diferencia de años anteriores, ahora el trabajador ya no vive en el campo, prefiere viajar y cumplir con su jornada laboral. Ya se ha convertido en una cuestión cultural", sostuvo Giraudo.

Este fenómeno de vivir en la ciudad y desarrollar una labor en el campo explica por qué en Córdoba existen 48.969 personas residiendo en los establecimientos agropecuarios y 40.837 que están trabajando en ellos (83,4 por ciento).

Quién trabaja la tierra

La menor cantidad de gente viviendo en las explotaciones rurales también tiene sus efectos en el modo de tenencia de la tierra.

En 2002, según el censo, sólo 25 por ciento de la superficie de las explotaciones agropecuarias era arrendado; en los resultados de 2018, esa participación creció al 44 por ciento. Una tendencia que marca que ya no se necesita ser propietario de la tierra, como hace 50 años, para ser productor agropecuario.

"Necesitamos políticas públicas para que crezca esa ruralidad", observó Carlos Baravalle, delegado del Renatre en la zona norte de Córdoba.

Daniel Lema, director de la Maestría de Agronegocios de la Universidad del Cema, aseguró que el proceso de desaparición de explotaciones y de menores residentes en zonas rurales no es sólo propio de Argentina y no tiene que ver con políticas "anticampo".

"En Estados Unidos, por ejemplo, en 1930 había 6 millones de explotaciones agropecuarias y en 1970 el número se había reducido a dos millones, un período durante el cual la agricultura contó con amplios subsidios y mecanismos de apoyo", comparó.

Para Lema, que también es investigador del Centro de Economía y Prospectiva del Inta, son varios los factores que confluyen para explicar la disminución de la población rural. Sostiene que entre los censos de 1960 y 1998, la cantidad de residentes en el campo, a nivel nacional, pasó de cinco millones a 2,5 millones de personas. "Entre los censos 2002 y 2018, la pérdida fue menor: alrededor de un millón de personas", precisó.

Nuevo perfil

Desde 2009, el Centro de Agronegocios de la Universidad Austral, junto con la universidad estadounidense de Purdue, viene monitoreando la evolución del perfil del productor agropecuario en Argentina.

Con una encuesta sobre casi 800 empresarios de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, se busca identificar cuál es el rasgo distintivo del actual "hombre de campo". El sondeo refleja que el productor actual se caracteriza por ser una persona con un promedio de edad de 48 años, altamente capacitado y que ya no vive en el campo.

Para Poledo, la construcción de este perfil es parte de la modernización que ha tenido el sector en los últimos 16 años, donde la tecnificación y la capacitación pasaron a tener un protagonismo clave.

Para explicar el éxodo del campo a la ciudad, Lema identifica también un fenómeno ligado con la familia de los productores. "En la medida que acumulan recursos, que tiene que ver con el capital humano incorporado por la educación, el costo de oportunidad aumentó con el tiempo y hay una tendencia a irse a la ciudad", afirmó.

De cara al futuro, el economista observa que será difícil revertir esta tendencia. "Hay que ver desde la política cómo se reducen los impactos", concluyó.

El nuevo siglo trajo una transformación en la matriz productiva del sector agropecuario en el país. Y Córdoba no fue la excepción. Devenida en referente en la producción de granos -con liderazgos en maíz y maní, por ejemplo-, la comparación de los censos 2002 y 2018 muestra que en la provincia creció en los últimos 16 años la superficie destinada a cereales -en especial trigo y maíz- y también en oleaginosas: soja y maní.

Esta agriculturización, que tuvo en la siembra directa a su principal plataforma de lanzamiento, sirvió también para el desembarco de más tecnología.

A diferencia del barrido territorial realizado por el Indec en 2002, el Censo 2018 muestra la adopción del riego en la provincia, con un total de 178 explotaciones agropecuarias que tienen sistemas gravitacionales (en su mayoría por goteo) y que riegan 76 mil hectáreas.

Otro punto que se incorporó al Censo 2018, y que no figuraba en el cuestionario 2002, es referido a la cantidad de sembradoras, un implemento que se volvió estratégico para la producción. En la comparación censal, en Córdoba creció el parque de cosechadoras (4,13 por ciento, el equivalente a 205 unidades) y decreció el número de tractores (22 por ciento, que representa 8.888 unidades menos).

Tanto en tractores como en cosechadoras, ambos relevamientos reflejan que la mayoría de las unidades tienen más de 15 años de antigüedad, aunque en la encuesta de 2018 esa participación es menor, lo que se interpreta como una tendencia a una mayor renovación.

Menos vacas

A medida que la agricultura fue ganando terreno en la provincia, la ganadería bovina fue perdiendo protagonismo.

Mientras en 2002 había en el territorio cordobés 18.348 explotaciones con ganadería, ese número descendió a 10.055 en 2018 (-45,2 por ciento).

Debido a ello, la cantidad de bovinos para la producción de carne se redujo de 6,10 millones de cabezas a 3,592 millones: 41 por ciento menos.

En los tambos, el fenómeno ha sido similar. Entre 2002 y 2018, la provincia perdió 1.946 establecimientos, además de 537 mil vacas lecheras. Más allá del achicamiento, la producción de leche en la provincia se mantuvo estable, inclusive con un leve crecimiento.

En cambio, la que ha mostrado un desarrollo significativo en los últimos años es la producción de cerdos.

La cantidad de cabezas casi se duplicó: pasó de 465 mil en 2002 a 835 mil en 2018. No sucedió lo mismo con el número de establecimientos con porcinos, que cayó de 4.319 a 2.366. La tendencia a construir granjas de alta escala, con más de 500 madres, le permite a Córdoba liderar la producción nacional.

Mecanización: Maquinaria agrícola

31.460 Es la cantidad de tractores que hay en Córdoba; la mayoría tiene más de 15 años de antigüedad. Comparado con el Censo 2002, el parque de tractores cayó 22 por ciento en la provincia.

"A diferencia de años anteriores, ahora el trabajador ya no vive en el campo, prefiere viajar y cumplir con su jornada laboral. Ya se ha convertido en una cuestión cultural", sostuvo Giraudo.

Este fenómeno de vivir en la ciudad y desarrollar una labor en el campo explica por qué en Córdoba existen 48.969 personas residiendo en los establecimientos agropecuarios y 40.837 que están trabajando en ellos (83,4 por ciento).

Quién trabaja la tierra

La menor cantidad de gente viviendo en las explotaciones rurales también tiene sus efectos en el modo de tenencia de la tierra.

En 2002, según el censo, sólo 25 por ciento de la superficie de las explotaciones agropecuarias era arrendado; en los resultados de 2018, esa participación creció al 44 por ciento. Una tendencia que marca que ya no se necesita ser propietario de la tierra, como hace 50 años, para ser productor agropecuario.

"Necesitamos políticas públicas para que crezca esa ruralidad", observó Carlos Baravalle, delegado del Renatre en la zona norte de Córdoba.

Daniel Lema, director de la Maestría de Agronegocios de la Universidad del Cema, aseguró que el proceso de desaparición de explotaciones y de menores residentes en zonas rurales no es sólo propio de Argentina y no tiene que ver con políticas "anticampo".

"En Estados Unidos, por ejemplo, en 1930 había seis millones de explotaciones agropecuarias y en 1970 el número se había reducido a dos millones, un período durante el cual la agricultura contó con amplios subsidios y mecanismos de apoyo", comparó.

Para Lema, que también es investigador del Centro de Economía y Prospectiva del Inta, son varios los factores que confluyen para explicar la disminución de la población rural. Sostiene que entre los censos de 1960 y 1998, la cantidad de residentes en el campo, a nivel nacional, pasó de cinco millones a 2,5 millones de personas. "Entre los censos 2002 y 2018, la pérdida fue menor: alrededor de un millón de personas", precisó.

Nuevo perfil

Desde 2009, el Centro de Agronegocios de la Universidad Austral, junto con la universidad estadounidense de Purdue, viene monitoreando la evolución del perfil del productor agropecuario en Argentina.

Con una encuesta sobre casi 800 empresarios de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, se busca identificar cuál es el rasgo distintivo del actual "hombre de campo". El sondeo refleja que el productor actual se caracteriza por ser una persona con un promedio de edad de 48 años, altamente capacitado y que ya no vive en el campo.

Para Poledo, la construcción de este perfil es parte de la modernización que ha tenido el sector en los últimos 16 años, donde la tecnificación y la capacitación pasaron a tener un protagonismo clave.

Para explicar el éxodo del campo a la ciudad, Lema identifica también un fenómeno ligado con la familia de los productores. "En la medida que acumulan recursos, que tiene que ver con el capital humano incorporado por la educación, el costo de oportunidad aumentó con el tiempo y hay una tendencia a irse a la ciudad", afirmó.

De cara al futuro, el economista observa que será difícil revertir esta tendencia. "Hay que ver desde la política cómo se reducen los impactos", concluyó.

El campo hoy: más cultivos y cerdos; menos tambos y vacas

El nuevo siglo trajo una transformación en la matriz productiva del sector agropecuario en el país. Y Córdoba no fue la excepción.

Devenida en referente en la producción de granos -con liderazgos en maíz y maní, por ejemplo-, la comparación de los censos 2002 y 2018 muestra que en la provincia creció en los últimos 16 años la superficie destinada a cereales -en especial trigo y maíz- y también en oleaginosas: soja y maní.

Esta agriculturización, que tuvo en la siembra directa a su principal plataforma de lanzamiento, sirvió también para el desembarco de más tecnología.

A diferencia del barrido territorial realizado por el Indec en 2002, el Censo 2018 muestra la adopción del riego en la provincia, con un total de 178 explotaciones agropecuarias que tienen sistemas gravitacionales (en su mayoría por goteo) y que riegan 76 mil hectáreas.

Otro punto que se incorporó al Censo 2018, y que no figuraba en el cuestionario 2002, es referido a la cantidad de sembradoras, un implemento que se volvió estratégico para la producción. En la comparación censal, en Córdoba creció el parque de cosechadoras (4,13 por ciento, el equivalente a 205 unidades) y decreció el número de tractores (22 por ciento, que representa 8.888 unidades menos).

Tanto en tractores como en cosechadoras, ambos relevamientos reflejan que la mayoría de las unidades tienen más de 15 años de antigüedad, aunque en la encuesta de 2018 esa participación es menor, lo que se interpreta como una tendencia a una mayor renovación.

Menos vacas

A medida que la agricultura fue ganando terreno en la provincia, la ganadería bovina fue perdiendo protagonismo.

Mientras en 2002 había en el territorio cordobés 18.348 explotaciones con ganadería, ese número descendió a 10.055 en 2018 (-45,2 por ciento).

Debido a ello, la cantidad de bovinos para la producción de carne se redujo de 6,10 millones de cabezas a 3,592 millones: 41 por ciento menos.

En los tambos, el fenómeno ha sido similar. Entre 2002 y 2018, la provincia perdió 1.946 establecimientos, además de 537 mil vacas lecheras. Más allá del achicamiento, la producción de leche en la provincia se mantuvo estable, inclusive con un leve crecimiento.

En cambio, la que ha mostrado un desarrollo significativo en los últimos años es la producción de cerdos.

La cantidad de cabezas casi se duplicó: pasó de 465 mil en 2002 a 835 mil en 2018. No sucedió lo mismo con el número de establecimientos con porcinos, que cayó de 4.319 a 2.366. La tendencia a construir granjas de alta escala, con más de 500 madres, le permite a Córdoba liderar la producción nacional.

Mecanización: Maquinaria agrícola

31.460 Es la cantidad de tractores que hay en Córdoba; la mayoría tiene más de 15 años de antigüedad. Comparado con el Censo 2002, el parque de tractores cayó 22 por ciento en la provincia.

Por Alejandro Rollán


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