El fuego ha causado estragos, interrumpiendo rutas y devastando miles de hectáreas de campos de caña de azúcar, además de deteriorar gravemente la calidad del aire para millones de personas.
Los incendios han provocado la muerte de dos personas, el bloqueo de carreteras, y la destrucción de vastas áreas agrícolas. El gobierno estatal explicó que las regiones afectadas tienen baja humedad del aire y enfrentan un alto riesgo debido a la ola de calor que azota a todo el estado. "Existe el riesgo de que estos incendios sean alimentados por ráfagas de viento, alcanzando grandes extensiones de vegetación natural y emitiendo humo denso y tóxico que daña el medio ambiente y la salud humana", advirtieron.
Las temperaturas superiores a los 35 ºC, junto con una sequía prolongada y baja humedad, han creado las condiciones perfectas para la propagación de los incendios en el noroeste de San Pablo, el estado más poblado de Brasil con 44 millones de habitantes. Según el Centro de Gestión de Emergencias (CGE) de la Defensa Civil, 34 ciudades están en alerta máxima y 24 tienen incendios activos.
La situación se agrava con incendios en otras regiones del país, como el Pantanal y la Amazonía, además de las corrientes de viento que alimentan las llamas. Particularmente preocupante es la situación en Ribeirão Preto, una ciudad de más de 700.000 habitantes situada a unos 300 kilómetros de San Pablo, en el corazón de una importante zona agrícola.
