¿Nueva era comercial? Argentina, ¿romper o reinventar el Mercosur?
La posibilidad de un acuerdo comercial directo con Estados Unidos ha reconfigurado el tablero del Mercosur y reavivado un debate fundamental:
Tradicionalmente, el Mercosur -conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay- ha operado bajo un Arancel Externo Común (AEC) y el bloque no puede cerrar acuerdos por fuera de ese esquema. Sin embargo, la propuesta de avanzar en un TLC bilateral con Estados Unidos activa mecanismos de "múltiples velocidades" o la posibilidad de flexibilizar excepciones dentro del AEC.
Este cambio de paradigma podría habilitar a Argentina para negociar por su cuenta, dejando a Brasil y otros socios en un segundo plano o apostando por una transformación del bloque hacia una zona de libre comercio más abierta.
Desde la perspectiva estadounidense, aún no hay señales claras de un interés inmediato en un TLC. Washington se inclina más por acuerdos de promoción de inversión que por tratados de libre comercio tradicionales. Aun así, un entendimiento comercial con Argentina -país exportador de productos agrícolas y receptor de inversión- despertaría interés estratégico y podría generarse incluso sin el visto bueno del Mercosur.
Por su parte, la nutrida relación comercial binacional -Estados Unidos es origen del 26% de las exportaciones de servicios argentinas- refuerza el argumento económico de una negociación privilegiada.
Esta maniobra trae costos políticos e institucionales. Abandonar o flexibilizar el Mercosur podría tensionar vínculos con Brasil y el resto de Sudamérica. Además, implicaría un desgaste diplomático y la pérdida de paridad negociadora que ofrece el bloque. Y no menos importante: significaría reescribir las reglas del comercio regional con posibles resistencias internas por parte de sectores industriales que se beneficiaron del proteccionismo.
El dilema es claro: ¿priorizar la inserción global individual, con mayores oportunidades en mercados como el de EE.UU., o fortalecer una estrategia colectiva regional que aún ofrece potencia como plataforma de exportación?
Si Argentina opta por avanzar hacia acuerdos bilaterales -como lo plantea Milei-, implica una reorientación estratégica hacia un modelo de inserción global con perfil más liberal, exposición a la volatilidad y dependencia de mercados internacionales. A cambio, podría atraer inversiones, mejorar competitividad en sectores como carnes, vinos y energías renovables, y acceder a tecnologías y capitales estadounidenses.
No obstante, la idea de salir del Mercosur no debe tomarse a la ligera. Lo razonable sería impulsar un esquema mixto: mantener el compromiso regional mientras se habilitan "carriles preferenciales" para acuerdos bilaterales selectivos. Esto preservaría la base integrada y, a la vez, la oportunidad de diversificar socios estratégicos.
Argentina enfrenta un punto de inflexión en su política exterior y comercial. La clave hoy no es elegir automáticamente entre Mercosur o EE.UU., sino arbitrar un equilibrio sofisticado: una política regional firme y moderna, que incorpore flexibilidad negociadora para avanzar en acuerdos con mercados clave, sin abandonar la cohesión intrarregional.
Ese camino exige convicción política, diálogo entre actores del campo económico y un diseño institucional sólido. Sólo así Argentina podrá transformarse en un hub exportador competitivo, escalable y confiable, sin renunciar a la fuerza colectiva que le ha dado el Mercosur durante décadas.