El Canal de Panamá, por donde transita cerca del 3% del comercio marítimo mundial, se convirtió en el nuevo epicentro del choque entre China y Estados Unidos. La reciente disputa gira en torno a la venta de dos puertos panameños controlados por CK Hutchison Holdings, el conglomerado del multimillonario de Hong Kong Li Ka-shing, a un consorcio internacional respaldado por BlackRock.
Sin embargo, el gobierno chino encendió las alarmas al anunciar que el acuerdo no podrá concretarse sin su aprobación, pese a que los activos involucrados se encuentran fuera del territorio chino. Para muchos analistas, este gesto es una clara afirmación de control de Pekín sobre sus empresas más influyentes, incluso en operaciones en el extranjero.
Mientras tanto, el expresidente Donald Trump elevó la tensión al reclamar un trato preferencial para barcos estadounidenses, llegando incluso a exigir el paso gratuito por el Canal de Panamá y el de Suez. "Esos canales no existirían sin los Estados Unidos de América", escribió en su red Truth Social, y aseguró haber dado instrucciones al secretario de Estado, Marco Rubio, para que tome cartas urgentes en el asunto.
Como respuesta, China recomendó a sus empresas estatales evitar nuevos vínculos con firmas asociadas a la familia Li, en lo que parece ser una represalia directa por los intentos de venta al capital occidental.
El trasfondo de esta disputa revela un clima empresarial cada vez más tenso para los grandes conglomerados globales, que deben maniobrar entre las presiones cruzadas de las dos mayores potencias del planeta. La geopolítica, una vez más, se impone sobre los negocios.