Brasil detecta residuos de pesticidas en naranjales con un nuevo método accesible y no invasivo
La innovación llega desde Embrapa y promete cambiar la forma en que se evalúa la presencia de agroquímicos en la citricultura brasileña. El polen de la flor de naranja se convierte en una herramienta clave para controlar residuos químicos sin dañar el cultivo y a un costo mucho más bajo que los análisis tradicionales.
El avance fue desarrollado por el equipo de Embrapa Meio Ambiente, que demostró que es posible identificar la presencia de pesticidas sistémicos, como el imidacloprid, en el polen recolectado directamente del árbol. La técnica combina espectroscopía Raman con espectrometría de masas mediante dispositivos portátiles, lo que abarata el proceso y permite su adopción en campo o laboratorios locales.
Una solución práctica para productores y exportadores que exigen trazabilidad
Lo novedoso de esta metodología es que no requiere dañar la planta ni extraer tejido vegetal: basta con recolectar una pequeña muestra de polen. Esto facilita el monitoreo constante y previene riesgos para la salud humana, los polinizadores y el ecosistema.
Además, puede ser una herramienta estratégica para el cumplimiento de normativas sanitarias y ambientales, en especial en mercados exigentes como la Unión Europea, donde las tolerancias a residuos están bajo revisión permanente.
El método también democratiza el acceso a tecnologías de control, permitiendo que pequeños productores puedan evaluar la carga química en sus cultivos sin depender de laboratorios de alto costo. En regiones citrícolas de Brasil, esto podría transformar las prácticas de manejo y abrir la puerta a certificaciones de sostenibilidad o producción libre de residuos.
Según Embrapa, esta herramienta tiene potencial para aplicarse también en otros frutales polinizados, como el mango, aguacate o manzana, especialmente en zonas donde los tratamientos fitosanitarios son intensivos.
El desarrollo forma parte de una estrategia nacional para reducir el impacto de agroquímicos, proteger la biodiversidad y mejorar la competitividad de la producción agrícola brasileña a nivel global.