IA en el campo: la clave oculta para salvar la agricultura mexicana
En medio de la sequía que azota al agro mexicano, la inteligencia artificial emerge como una herramienta clave para optimizar el riego y transformar el futuro del campo.
México enfrenta un estrés hídrico alarmante, ubicándose entre los 30 países con mayor riesgo de sequía severa. La sequía de 2024 dejó 163 municipios en condición extrema y presas al 54% de su capacidad. Ante este escenario, la IA combinada con Big Data y sensores IoT se perfila como una herramienta esencial para garantizar la seguridad alimentaria del país.
En 2024, se cultivaron 21 millones de hectáreas en México: 14.5 millones dependen exclusivamente de lluvias y solo 6.5 cuentan con sistemas de riego. Esta dependencia del temporal, sumada a las bajas precipitaciones, genera un riesgo real para la rentabilidad agrícola y la sanidad vegetal.
Las pérdidas económicas por la sequía afectan directamente a los pequeños productores, quienes carecen de recursos para implementar sistemas eficientes de captación, almacenamiento y distribución del agua. Además, el cambio climático ha incrementado la frecuencia e intensidad de eventos extremos, haciendo imprescindible la modernización de la infraestructura hídrica y la gestión inteligente del recurso.
Aplicaciones de inteligencia artificial desarrolladas por empresas como Bayer México, en conjunto con sistemas de Big Data y sensores, han logrado reducir el consumo de agua hasta en 30%, sin sacrificar el rendimiento de cultivos como maíz, sandía y melón.
Entre sus beneficios se encuentran:
Optimización del uso del agua
Incremento en la productividad de las parcelas
Reducción de pérdidas por estrés hídrico
Adaptación a climas variables y predicciones precisas del tiempo
El sistema analiza datos del suelo, clima, tipo de cultivo y necesidades hídricas en tiempo real, permitiendo una dosificación exacta del riego. Esto no solo preserva el agua, sino que disminuye el uso de agroquímicos y energía, contribuyendo a una agricultura más sustentable.
La IA se integra dentro de un modelo más amplio de agricultura de precisión, que utiliza herramientas como:
Sistemas de Información Geográfica (GIS) y GNSS para mapear la variabilidad del suelo
Drones y sensores remotos para detectar enfermedades o estrés hídrico
Automatización del riego y aplicación variable de fertilizantes
Este enfoque mejora la trazabilidad, la eficiencia de los insumos y la sostenibilidad del ecosistema agrícola. Además, favorece el cumplimiento de normativas internacionales para exportación, incluyendo estándares de buenas prácticas agrícolas (BPA) y certificaciones de sustentabilidad.

A pesar de sus beneficios, menos del 15% del campo mexicano ha adoptado tecnologías digitales. Las principales barreras incluyen:
Falta de financiamiento rural para pequeños y medianos productores
Baja alfabetización digital en comunidades rurales
Acceso limitado a conectividad e infraestructura tecnológica
Los programas de apoyo de instituciones como SADER, FIRA y ASERCA aún no logran escalar estas innovaciones a nivel nacional. La ausencia de una política pública clara y articulada para la digitalización del campo retrasa el avance hacia una agricultura resiliente.
La transformación digital del campo requiere alianzas público-privadas robustas, como las impulsadas por Bayer y organizaciones productivas. Además, es urgente fortalecer programas de capacitación técnica y financiamiento específico para tecnologías de riego inteligente.
Integrar la IA en la cadena de valor agrícola, junto con prácticas agroecológicas y participación comunitaria, es esencial para construir un modelo de desarrollo rural sustentable. Solo así se podrá garantizar la seguridad alimentaria, proteger el patrimonio hídrico y elevar la rentabilidad del agro mexicano.