Científicos desarrollan bioinsecticida para frenar avance del dengue en México
Científicos del IPN mexicanos crearon un bioinsecticida que elimina al mosquito Aedes aegypti. La innovación ya se prueba en campo y promete ser una alternativa segura y ecológica.
El dengue vuelve a encender alarmas en México con la llegada de las lluvias y el aumento de la temperatura. Este escenario, que favorece la reproducción del mosquito Aedes aegypti, encuentra ahora una respuesta desde la ciencia: un bioinsecticida desarrollado por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) en colaboración con la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).
La investigación es liderada por el doctor Erick de Jesús de Luna Santillana, del Centro de Biotecnología Genómica (CBG) en Reynosa, Tamaulipas. El especialista explicó que hoy no existen tratamientos efectivos contra el dengue ni contra otras enfermedades transmitidas por el mismo vector, como zika y chikungunya, lo que subraya la importancia de contar con métodos de control innovadores y amigables con el ambiente.
El Aedes aegypti es un insecto tropical de origen africano que se adaptó con facilidad al territorio mexicano. Su presencia es mayor en Tamaulipas, Guerrero, Jalisco, Veracruz, Morelos, Colima y la costa de Michoacán, mientras que no logra sobrevivir en regiones de altitud como Ciudad de México, Toluca, Zacatecas y parte del Bajío.
La expansión del mosquito en zonas urbanas convierte a patios, traspatios, llantas y recipientes en criaderos ideales, lo que multiplica los brotes cada temporada de lluvias.
La innovación biotecnológica
El nuevo bioinsecticida funciona a través de la técnica de silenciamiento génico vía RNA de interferencia (ARNi). Con este mecanismo se bloquea la expresión de genes esenciales para que el mosquito complete su desarrollo. El resultado: las larvas mueren antes de alcanzar la etapa adulta.
El producto se presenta en hojuelas sólidas que sirven de alimento a las larvas. Basta con que ingieran una pequeña cantidad para que los RNAs actúen. Además, cuando se diluyen en agua, los compuestos ingresan en el organismo de la larva a través de sus orificios naturales, lo que asegura un mayor efecto.
El doctor Javier Alfonso Garza Hernández, de la UACJ, destacó que "el diseño permite que el mosquito no llegue a adulto y, al mismo tiempo, que el producto sea inocuo para el ser humano y para otras especies".
Actualmente se llevan a cabo pruebas en toneles que simulan criaderos comunes, como los que se encuentran en viviendas y lotes baldíos. El objetivo es medir la efectividad del bioinsecticida y también evaluar la atracción que ejercen los compuestos en los insectos.
Los resultados preliminares son alentadores: las larvas expuestas mueren en cuestión de horas, sin afectar a otros organismos presentes en el agua.
Los especialistas remarcan que el bioinsecticida es altamente específico. Su acción se dirige únicamente a las larvas del Aedes aegypti, sin riesgo para la salud de las personas ni para insectos benéficos como abejas o mariposas. Esto lo diferencia de muchos insecticidas químicos que suelen impactar en otras especies y en el medio ambiente.
Además, al estar basado en un mecanismo natural de silenciamiento génico, el riesgo de acumulación de residuos en el agua o en el suelo es mínimo.
Los investigadores coinciden en que la ciencia por sí sola no resolverá el problema. Subrayan que la limpieza de patios y traspatios sigue siendo una medida fundamental para reducir criaderos. "Las llantas viejas, cubetas y cacharros abandonados son incubadoras ideales. Sin la colaboración ciudadana, el mosquito seguirá encontrando espacios para reproducirse", señalaron De Luna Santillana y Garza Hernández.
En este sentido, destacan que el bioinsecticida es una herramienta poderosa, pero que debe formar parte de una estrategia integral que incluya educación, campañas de prevención y políticas de salud pública.
Aunque la investigación se centra en México, la innovación podría tener proyección en otros países de América Latina, donde el dengue representa un problema recurrente. Brasil, Colombia, Paraguay y Argentina han registrado brotes crecientes en los últimos años, lo que abre la puerta a que este tipo de desarrollos se integren en estrategias regionales de control.
La combinación de tecnología biotecnológica y acción comunitaria se perfila como el camino más sólido para enfrentar un desafío que no solo amenaza la salud de millones de personas, sino también la estabilidad de los sistemas de salud en la región.