Perú

El arándano redefine su futuro entre genética, mercados y rentabilidad

La industria global del arándano enfrenta una encrucijada varietal: responder a los desafíos del clima, la logística y los costos sin perder de vista al consumidor.

El arándano ha pasado de ser un cultivo emergente a convertirse en una de las frutas más dinámicas de la última década. Su posicionamiento como "fruta-golosina" lo llevó a conquistar a millones de consumidores en todo el mundo. Pero detrás de este éxito se esconde un proceso complejo: la constante búsqueda de variedades que permitan sostener la calidad, enfrentar el cambio climático y mantener la competitividad frente a un mercado cada vez más saturado.

La consolidación del consumo depende de que el arándano llegue al punto de venta en condiciones sobresalientes. No se trata solo de la apariencia externa, sino también de atributos como la dulzura, la firmeza, la relación azúcar-acidez y la textura en boca. Para que el consumidor repita la compra, el producto debe generar una experiencia sensorial positiva y consistente.

En este sentido, Perú es un caso ilustrativo. Hace diez años concentraba casi toda su superficie en dos variedades (Biloxi y Rocío). Hoy cultiva más de 60, con Ventura como protagonista, aunque otras como Sekoya Pop, Mágica o Atlasblue también han ganado espacio. La diversificación varietal ha sido clave para mantener su liderazgo exportador, aunque no exenta de tropiezos.

El dilema varietal entre clima, costos y mercados

La logística marcó un antes y un después en la industria. En los primeros años, gran parte de los embarques desde el hemisferio sur se realizaban en avión, lo que reducía la importancia de la vida postcosecha. Sin embargo, el traslado marítimo se impuso por razones de costos y sostenibilidad, obligando a los países productores a elegir variedades con mejor resistencia al transporte prolongado.

Chile adaptó su industria con un programa de clasificación varietal que permitió concentrar sus exportaciones en genéticas con buen comportamiento en destino. Para la campaña 2024/25, el 75% de los envíos correspondió a variedades recomendadas, mientras que las de baja performance se redujeron a niveles mínimos.

El clima errático es hoy uno de los factores más críticos. La campaña 2023/24 en Perú mostró la vulnerabilidad de Ventura, la variedad estrella del país, que perdió protagonismo por la falta de frío asociada al fenómeno de El Niño. De representar un tercio de las exportaciones, su participación cayó al 22% en 2025/26. Este retroceso evidenció que el éxito de una variedad puede verse comprometido por escenarios climáticos atípicos.

A la ecuación se suma el costo de las nuevas variedades patentadas, cuyo acceso implica altos desembolsos y no siempre garantiza resultados productivos o comerciales. Además, los principales destinos -Estados Unidos y Europa- no diferencian precios por genética, sino por calidad, lo que limita la rentabilidad adicional de estas inversiones. La excepción es China, donde sí existe un diferencial de precios según la variedad, incentivando una selección más estratégica.

La expansión de la producción global genera picos de oferta que saturan el mercado y derrumban los precios. Ocurre en julio para el hemisferio norte, en octubre-noviembre para Perú y en enero para Chile. Una de las soluciones ha sido apostar por variedades tempranas o tardías, así como explorar zonas con calendarios productivos distintos. Esto permite esquivar las semanas de mayor presión y sostener mejores márgenes.

La mano de obra es otro factor decisivo. La recolección manual representa un costo elevado y difícil de gestionar, especialmente en campañas con grandes volúmenes. Las diferencias de costos son notorias: Países Bajos duplica los valores de Europa del Este, y a su vez estos superan en un 20% los de Chile y en un 30% los de Perú.

La falta de trabajadores durante los momentos críticos se ha vuelto un problema recurrente, intensificado tras la pandemia. Por eso crece el interés en la cosecha mecánica, aunque no todas las variedades se adaptan a este sistema. La genética, entonces, también se evalúa en función de su compatibilidad con la automatización, un aspecto que gana protagonismo en la definición de nuevas plantaciones.

El futuro del arándano está marcado por un dilema: cómo equilibrar la inversión en genética, la adaptación al clima y la necesidad de mantener precios competitivos en un mercado global que ya no se conforma con volumen. Los países líderes -como Perú y Chile en el sur, o Estados Unidos y Países Bajos en el norte- avanzan en diferentes estrategias, pero todos coinciden en que la calidad y la innovación varietal son las llaves para sostener el consumo.

El arándano dejó de ser solo una fruta de moda para convertirse en un caso de estudio sobre cómo la genética, la logística y la economía global condicionan la trayectoria de un cultivo. Su camino hacia la consolidación pasa por resolver este dilema varietal, que hoy define buena parte del futuro de la industria.

Agrolatam.com
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