Chile

Chile busca frenar la falta de mano de obra agrícola con programas migratorios

El agro chileno enfrenta un déficit de 300 mil trabajadores por temporada, lo que amenaza hasta un 25 % de la producción nacional.

El sector agrícola chileno enfrenta una de las mayores crisis laborales de su historia reciente. Durante el período de cosechas, entre noviembre y abril, la falta de unos 300.000 trabajadores temporales amenaza la continuidad de la producción y la competitividad exportadora.

El agro genera alrededor de un millón de empleos directos y exportó productos por US$13.500 millones en 2024. Sin embargo, según productores y gremios, la escasez de mano de obra podría hacer perder hasta un 25 % de la cosecha nacional si no se implementan soluciones urgentes.

"Entre el 20 y 25 % de la producción podría perderse si no contamos con trabajadores suficientes", advirtió un productor frutícola del centro sur del país. La situación afecta especialmente a la fruticultura -cerezas, uvas, manzanas, berries-, sectores intensivos en trabajo estacional.

De acuerdo con Antonio Walker, presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), el fenómeno no es exclusivo de Chile. "Lo mismo ocurre en países como España o Canadá, que dependen del trabajo migrante en temporada alta", señaló.
El exdirigente sindical y actual presidente de Gesex, Cristián Allendes, recordó que el déficit comenzó hace más de una década y se profundizó tras la pandemia. "Sin trabajadores extranjeros, el agronegocio chileno no sería lo que es hoy", afirmó.

Migración y empleo informal: una ecuación crítica

El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) informó que entre junio y agosto de 2025 la tasa de informalidad laboral en agricultura alcanzó el 40,7 %, mientras que la participación de trabajadores migrantes llegó al 7,7 %.
La mayoría de ellos proviene de Bolivia, bajo el régimen de Visa Mercosur, que permite una estancia renovable de dos años con autorización laboral. "Esta visa es gratuita y hoy se obtiene en unos 15 días", explicó Walker, quien detalló que 92 bolivianos ingresaron formalmente desde enero para trabajar en cosechas.

La urgencia del déficit laboral ha reactivado el debate sobre cómo regular y ampliar el ingreso de mano de obra extranjera, garantizando derechos y formalidad. El sector privado presiona por un marco legal estable que facilite la contratación temporal y reduzca la informalidad, mientras el gobierno analiza ajustes migratorios coordinados con los ministerios de Agricultura y Trabajo.

Chile observa de cerca modelos internacionales exitosos para estabilizar sus mercados laborales agrícolas. En España, el programa GECO permite contratar directamente a trabajadores de países como Colombia, Ecuador, Honduras y Guatemala. En Australia y Nueva Zelanda, los sistemas de visas temporales y de empleadores reconocidos permiten reclutar personal del Pacífico y el Sudeste Asiático, garantizando rotación entre temporadas.

Modelos globales y la urgencia de una política nacional

Programas como el PALM (Pacific Labour Mobility) en Australia y el Recognized Seasonal Employer (RSE) en Nueva Zelanda han sido citados por especialistas como ejemplos de cooperación laboral eficiente. En el Reino Unido, la Seasonal Worker Visa autoriza hasta seis meses de empleo agrícola, mientras que Canadá mantiene desde hace décadas el Seasonal Agricultural Worker Program (SAWP), que permite reclutar trabajadores de México y el Caribe durante ocho meses, bajo condiciones verificadas de alojamiento y transporte.

Empresas chilenas del sector frutícola ya están implementando esquemas de rotación laboral internacional, que permiten a trabajadores migrar entre temporadas de cosecha en Chile, Reino Unido y Europa. Estos mecanismos buscan retener experiencia y asegurar continuidad productiva.

Los gremios advierten que, sin una política clara, el país podría perder competitividad como exportador agrícola. La escasez de mano de obra no solo pone en riesgo las cosechas actuales, sino también la inversión y la sostenibilidad futura del sector rural.

"Chile necesita formalizar su política migratoria agrícola, aprender de las experiencias internacionales y asegurar condiciones dignas y seguras para los trabajadores", señalaron desde la SNA. "El futuro del agro depende tanto de la tecnología como de las manos que hacen posible la producción."

Con la temporada de cosechas a la vista, la presión aumenta. El desafío del país será equilibrar la demanda productiva, la seguridad alimentaria y la inclusión laboral, garantizando que el campo chileno mantenga su posición entre los principales exportadores de alimentos del hemisferio sur.

Agrolatam.com
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