El peso de la cosecha brasileña: el café arrastra su precio a la baja en Nueva York
Mientras Brasil avanza a ritmo acelerado con su cosecha cafetera, el mercado internacional reacciona con una fuerte caída en los precios del grano, golpeando las expectativas de productores y exportadores en toda América Latina. Nueva York marca mínimos no vistos en semanas.
El mercado internacional del café vuelve a encender las alarmas. Con la entrada firme de la nueva cosecha brasileña, los precios del grano registraron una caída abrupta en la Bolsa de Nueva York, marcando una de las semanas más volátiles del año. La referencia para el contrato de arábica de septiembre cerró en US$ 2,17 por libra-peso, un descenso de más de 3% en una sola jornada y el valor más bajo en tres semanas.
Brasil, principal productor y exportador mundial de café, ha ingresado con fuerza a su campaña 2025. Las condiciones climáticas favorables en la mayoría de los estados cafetaleros, especialmente en Minas Gerais, Espírito Santo y São Paulo, han permitido una cosecha acelerada. Según cooperativas y agentes locales, más del 35% del volumen estimado ya ha sido recolectado, con expectativas de una producción robusta que podría superar los 66 millones de sacos de 60 kg.
Este ingreso masivo de oferta ejerce presión inmediata sobre los mercados de futuros, especialmente cuando coincide con un contexto macroeconómico global más conservador. Operadores en Nueva York ajustan sus posiciones a la baja ante la mayor disponibilidad de café físico, sumando factores especulativos que agravan el retroceso de precios.
"La velocidad con la que está avanzando la cosecha sorprendió a muchos traders," afirmó un analista del mercado de commodities en São Paulo. "El volumen ya disponible supera lo anticipado, y eso impacta directamente en los contratos internacionales. Aunque la calidad es heterogénea en algunas zonas, la cantidad inclina la balanza."
Pero el impacto no se limita a Brasil. En países como Colombia, Honduras, Guatemala y Perú, los productores observan con preocupación esta tendencia bajista, ya que el precio internacional sirve como referencia para los contratos locales. Muchos exportadores de café de especialidad temen una compresión de márgenes, especialmente si los diferenciales por calidad no logran amortiguar la caída del precio base.
En América Central y los Andes, donde los costos de producción son más altos que en Brasil, una baja sostenida en el precio puede afectar seriamente la rentabilidad. Productores medianos y pequeños, que ya enfrentan desafíos por el aumento de los insumos y la escasez de mano de obra, podrían verse obligados a ajustar sus planes comerciales o recurrir a líneas de crédito para sostener la campaña.
La volatilidad también golpea a los mercados internos. En Brasil, algunas cooperativas comenzaron a retener parte de la producción, esperando mejores precios en los próximos meses. "Los productores saben que vender ahora puede significar sacrificar rentabilidad. Muchos optan por almacenar, secar y esperar a ver cómo se comporta el mercado", comentó un gerente cooperativo del sur de Minas Gerais.
La presión bajista también se refleja en el mercado de café robusta. Aunque con menor intensidad que el arábica, los contratos del robusta también mostraron retrocesos en Londres, en un contexto donde el sudeste asiático -particularmente Vietnam- acelera envíos pendientes tras meses de retrasos logísticos.
En paralelo, las asociaciones cafetaleras insisten en la necesidad de construir estrategias de mediano y largo plazo que mitiguen la dependencia de los vaivenes de la bolsa. Esto incluye apostar por cafés diferenciados, mejorar trazabilidad, incorporar certificaciones ambientales y aumentar la venta directa al consumidor.
Sin embargo, el corto plazo está marcado por la incertidumbre. Si Brasil continúa con este ritmo de cosecha, y si las lluvias no afectan la calidad en las fases finales, el mercado podría enfrentar un escenario de sobreoferta temporal, lo cual mantendría los precios deprimidos durante el tercer trimestre del año.
Mientras tanto, los ojos del mercado siguen puestos en el clima, el dólar y las decisiones de los grandes compradores institucionales. El café, una vez más, se convierte en reflejo de la tensión entre oferta abundante y una demanda que no crece al mismo ritmo.