Perú entre China y EE. UU.: la "neutralidad activa" que redefine comercio, agro y puertos
Con el 34 % de sus exportaciones dirigidas a China y la construcción del megapuerto de Chancay, Perú enfrenta el desafío de equilibrar su relación con las dos potencias mientras expande sus agroexportaciones y refuerza su papel logístico en la región.
El concepto de "neutralidad activa" guía hoy la política exterior de Perú en un escenario en el que el país debe equilibrar su relación con China y Estados Unidos, dos potencias con intereses cada vez más marcados en la región. Esta estrategia busca priorizar los intereses nacionales, pero enfrenta tensiones derivadas de la creciente influencia china en sectores clave de la economía peruana y las expectativas de Washington de mantener a Lima como un aliado estratégico.
El peso de China es innegable. En 2024, el 34 % de las exportaciones peruanas tuvieron como destino el gigante asiático. Buena parte de ese flujo corresponde a la minería, donde siete empresas chinas concentran el 21 % de la inversión y operan proyectos de gran envergadura. Pero más allá de los minerales, el mercado chino se ha convertido en un destino estratégico para la agricultura peruana, con exportaciones crecientes de arándanos, paltas, uvas y espárragos, a las que recientemente se sumaron productos como pecanas. El país también espera ampliar la canasta con frutales como frambuesas, cerezas, granadas y bananos, consolidando un eje agroexportador que fortalece la relación bilateral.
El símbolo más visible de la presencia china en Perú es el megapuerto de Chancay, diseñado para movilizar hasta 3 millones de TEU anuales y reducir los costos logísticos en un 20 % frente a otros puertos de la costa pacífica. El proyecto, operado en exclusividad por la naviera estatal COSCO, podría incrementar el PIB peruano hasta en 2 puntos porcentuales y convertir al país en un hub logístico para Sudamérica y Asia. Sin embargo, el otorgamiento de la concesión exclusiva generó controversias políticas y regulatorias, ya que el Congreso peruano debió modificar la ley para legitimar una decisión que excedía las competencias del ente portuario.
La influencia china se extiende también a infraestructura ferroviaria, energética y digital. Empresas de ese país controlan hoy la distribución eléctrica en Lima tras adquisiciones millonarias, participan en proyectos de energía eólica e hidroeléctrica, y dominan el mercado de telecomunicaciones y seguridad digital, con fuerte presencia de proveedores asiáticos en celulares, cámaras y sistemas de control portuario.
Washington observa con atención estos avances. La creciente dependencia de las exportaciones mineras y agrícolas hacia China, sumada al control de sectores estratégicos como energía y telecomunicaciones, genera inquietud en EE. UU., que busca sostener su influencia mediante programas de cooperación, comercio y seguridad.
La estrategia de "neutralidad activa" obliga a Perú a caminar en un delicado equilibrio: aprovechar las oportunidades que ofrece el vínculo con China -mercados, infraestructura e inversión- sin deteriorar la relación histórica con EE. UU., clave en financiamiento, cooperación militar y acceso a organismos multilaterales.
El desafío para Lima será garantizar que los proyectos estratégicos se desarrollen bajo principios de transparencia, reglas claras y beneficios compartidos, evitando escenarios en los que la mayor parte del valor agregado quede en manos extranjeras. Con un comercio exterior cada vez más dependiente del Asia y un papel logístico en expansión con el puerto de Chancay, Perú se perfila como un jugador central en la disputa geopolítica de la región, pero deberá asegurar que su neutralidad se traduzca en desarrollo sostenible para sus propios ciudadanos.