Sanidad rural en riesgo: plagas y zoonosis amenazan al agro yucateco
Zoonosis activas y plagas en vigilancia mantienen en alerta al campo yucateco, donde faltan insumos y formación especializada para una respuesta efectiva.
En la Península de Yucatán, las zoonosis -enfermedades transmitidas de animales a humanos- siguen activas en múltiples regiones, especialmente en comunidades rurales donde los servicios veterinarios y médicos enfrentan limitaciones de recursos. Expertos en sanidad advierten que, aunque existen campañas de vacunación y control vectorial promovidas por SENASICA y autoridades estatales, aún persisten brechas significativas en diagnóstico, formación profesional y capacidad de respuesta inmediata.
El mal de Chagas, la leishmaniasis cutánea, la leptospirosis, las rickettsiosis y la toxoplasmosis son algunas de las enfermedades con presencia constante en el territorio. La vigilancia contra la rabia ha sido efectiva gracias a campañas anuales de vacunación canina y felina, pero su control sigue siendo una prioridad en el modelo de "Una sola salud", que integra esfuerzos médicos, veterinarios y ambientales.
A este panorama se suma una amenaza latente: la posible reintroducción del gusano barrenador del ganado (Cochliomyia hominivorax), una plaga erradicada en México que ha sido detectada recientemente en países cercanos. Esta mosca, cuyas larvas invaden tejidos vivos, representa un riesgo crítico para el hato ganadero, la exportación de carne y la economía rural. En Yucatán, donde la producción pecuaria es eje del desarrollo económico, se han reforzado inspecciones y se exhorta a los ganaderos a reportar de inmediato cualquier lesión sospechosa en sus animales.
Uno de los principales desafíos que enfrentan veterinarios y productores es el acceso limitado a insumos especializados. La escasez de medicamentos, los altos costos de importación y la concentración de servicios en zonas urbanas dificultan la atención oportuna en el interior del estado. La situación se agrava por la falta de formación continua en áreas clave como la epidemiología de fauna silvestre o el diagnóstico molecular, esenciales para responder a brotes emergentes.
Además, el uso intensivo de agroquímicos en cultivos del estado ha generado preocupaciones sanitarias adicionales. Investigaciones locales muestran residuos tóxicos en aguas subterráneas, animales y personas, lo que debilita los sistemas inmunológicos y aumenta la susceptibilidad a enfermedades infecciosas. Un animal afectado por pesticidas es más propenso a portar y transmitir bacterias o parásitos que eventualmente alcanzan a los humanos.
En este contexto, el fortalecimiento de la sanidad rural requiere inversiones sostenidas en infraestructura veterinaria, una distribución más justa de crédito rural, mejoramiento de redes logísticas y ampliación de las campañas de educación comunitaria. El modelo de cooperación multiactor -entre universidades, SADER, productores y comités de sanidad- es clave para avanzar hacia un campo más resiliente y sustentable.
El especialista Alberto Miranda insiste en que solo con una visión integrada, donde se priorice la prevención, la capacitación territorial y el uso responsable de insumos agrícolas, se podrá contener el avance de enfermedades y proteger el futuro de la agroindustria en Yucatán.