El contexto internacional presenta un escenario complejo para el agro: por un lado, las tensiones geopolíticas entre Israel e Irán y la reactivación de la diplomacia entre EE.UU. y China estimulan los precios de los commodities. En contraparte, en la Argentina rural el clima complica la siembra de trigo, mientras la soja registra ventas récord por la posible suba de las retenciones. En este análisis evaluamos cómo estos elementos convergen y qué impacto tienen en los productores, comercio exterior y rentabilidad del campo argentino.

1. Panorama Actual y Datos Clave

Los precios de los commodities agrícolas recibieron un fuerte empuje tras la suba del petróleo, generada por el conflicto entre Israel e Irán, lo cual provoca un "vuelo a la calidad" por parte de los inversores, impulsando insumos clave como el aceite de soja y por extensión el precio del poroto, según indica Dante Romano, docente e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral. Además, EE.UU. aprobó un incremento en su objetivo de consumo de biodiésel, lo que provocó una suba adicional en los precios del aceite, beneficiando al complejo soja: show los fundamentos del mercado favorecen esta dinámica.

A su vez, el deshielo diplomático en la guerra comercial entre Estados Unidos y China reduce la incertidumbre global y reactiva compras masivas, especialmente desde Brasil, que había tenido demoras en sus embarques. Por esto, China está incrementando fuertemente sus importaciones agrícolas.

2. Factores Determinantes y su Impacto

En el hemisferio norte, las condiciones climáticas acompañan a la soja y al maíz, con pronósticos favorables para la temporada. Esto lleva a que el USDA haya mejorado sus expectativas de exportación para la campaña 2024/25, especialmente en maíz, que sigue mostrando capacidad de colocación firme en el mercado global.

Pero el trigo opera en terreno más delicado: la cosecha se mantiene estable, los fondos están muy vendidos, y si bien la demanda ya prevé una mejora para 2025/26, no logra reflejarse en los precios. En Chicago, los valores siguen bajos, advierte Romano.

3. Clima, siembra y ventas locales

En la Argentina, las lluvias persistentes frenan el avance de la cosecha gruesa y postergan la siembra del trigo, especialmente en el noreste de Buenos Aires, con lotes todavía anegados, lo que podría reducir la superficie sembrada e impactar en los rindes.

En paralelo, los productores agilizan la venta de soja ante el temor a una suba en los derechos de exportación. En la última semana se comercializaron más de 2 millones de toneladas, un fenómeno explicado por necesidades financieras y vencimientos de fijaciones. Los contratos para noviembre parecen ya descontar parte de ese ajuste.

4. Precios y rentabilidad

Los precios actuales rondan los USD 200/tn para trigo, 280 para soja y 180 para maíz a nivel local. Sólo el maíz mantiene una rentabilidad atractiva; el trigo, en cambio, deja márgenes negativos salvo como parte de estrategias de integración insumo-producto. En soja, la recomendación general es esperar mejores valores antes de cerrar posiciones.

5. Innovación y buenas prácticas

Frente al escenario volátil, cobra relevancia la adopción de tecnologías como la siembra directa, rotación de cultivos y monitoreo satelital. También se destacan las buenas prácticas agrícolas (BPA) y el asociativismo, que permiten a los productores ampliar sus canales de comercialización y fortalecer su capacidad de negociación.

Otra herramienta útil es la trazabilidad y la gestión de valor agregado para mejorar competitividad, especialmente ante la creciente demanda de mercados externos con requisitos sanitarios más estrictos por parte de la UE o Medio Oriente.

6. Retos y oportunidades

Los principales desafíos involucran:

• El clima extremo, con potenciales impactos en la campaña 2025/26.

• La incertidumbre política local respecto de retenciones y tipo de cambio.

• Las tensiones globales que pueden alterar los flujos de comercialización.

  

No obstante, hay oportunidades claras: la mejora de las relaciones comerciales globales, la apertura de nuevos nichos de exportación, y la consolidación de políticas de crédito agropecuario que incentiven la renovación de maquinaria y tecnología.