El repunte petrolero de Venezuela reabre expectativas para el agro
Las exportaciones de crudo venezolano alcanzaron en agosto su mayor nivel en nueve meses, con envíos a Estados Unidos, China y Cuba
Las exportaciones de petróleo de Venezuela alcanzaron en agosto su mayor nivel en nueve meses, superando los 966.000 barriles por día, un 27% más que en julio. El repunte estuvo impulsado por la reanudación de envíos hacia Estados Unidos, tras la autorización otorgada a Chevron por el Departamento del Tesoro, y por el sostenido flujo de cargamentos hacia China, que sigue siendo el principal destino del crudo venezolano.
El dato, más allá de su relevancia para la industria energética, tiene un fuerte eco en el sector agropecuario. La economía rural venezolana arrastra años de dificultades para acceder a combustible, fertilizantes y divisas para importar insumos. Con un incremento en las exportaciones y una mayor estabilidad en la producción de la Faja del Orinoco, se abre una ventana de expectativa para que el campo pueda beneficiarse, aunque las señales todavía son parciales.
Combustibles para la producción
La falta de gasoil ha sido uno de los principales cuellos de botella para el agro venezolano en los últimos años. Tractores, camiones de carga y sistemas de riego dependen de un suministro que ha sido intermitente y costoso. El aumento de inventarios y la entrada de divisas podrían mejorar la distribución interna de combustibles, reduciendo la presión sobre productores agrícolas y ganaderos.
En paralelo, las importaciones de crudo ligero y nafta -que crecieron de 58.000 a 99.000 barriles por día en agosto- son clave para diluir el petróleo pesado y garantizar exportaciones, pero también podrían favorecer la disponibilidad de derivados como el diésel en el mercado local.
Impacto en los costos de insumos
El agro no solo requiere energía para operar maquinarias y transportar cosechas: también depende de derivados del petróleo para elaborar fertilizantes, plaguicidas y otros agroquímicos. En agosto, Venezuela exportó 275.000 toneladas métricas de petroquímicos, el mayor volumen desde mayo. Si parte de esa producción se redirecciona al mercado interno, los productores podrían acceder a insumos a precios más competitivos.
Sin embargo, los especialistas advierten que gran parte de estos recursos se destinan al comercio exterior para generar divisas, lo que limita el impacto directo en el campo venezolano.
Relación con los mercados internacionales
El regreso de Chevron a Venezuela y los envíos hacia EE.UU. (60.000 barriles diarios en agosto) no solo representan un alivio financiero, sino también una señal geopolítica. Para el sector agropecuario, esto puede traducirse en un mejor acceso a financiamiento y en la apertura de canales comerciales que permitan aumentar las exportaciones de productos agrícolas y agroindustriales.
China, que absorbió el 85% de los flujos de crudo, es también un socio relevante en la compra de alimentos y materias primas latinoamericanas. El fortalecimiento de ese vínculo energético podría abrir oportunidades para el agro venezolano en nichos de exportación no tradicionales.
Escenario regional
La recuperación petrolera de Venezuela ocurre en paralelo a un contexto de fuerte dinamismo en el agro latinoamericano. Países como Brasil, Argentina y Colombia impulsan sus cadenas agroexportadoras, muchas de ellas también dependientes de combustibles e insumos petroquímicos.
La interconexión entre energía y agricultura es clara: un repunte en la industria petrolera venezolana puede mejorar la competitividad del agro nacional y facilitar la integración comercial con los mercados de la región. Sin embargo, la sostenibilidad de este proceso dependerá de la capacidad del país para mantener la producción estable y garantizar que los beneficios lleguen efectivamente a los productores.
Si bien agosto marcó un hito en los despachos de crudo, el desafío es que la bonanza no quede restringida a los balances de PDVSA y a los flujos internacionales de divisas. El agro venezolano necesita previsibilidad energética, acceso a fertilizantes y financiamiento para recuperar productividad y abastecer tanto al mercado interno como a los destinos de exportación.
El repunte petrolero podría ser la llave de un proceso de recuperación más amplio, donde el campo tenga un rol protagónico. Pero, para que eso ocurra, será necesario que las políticas públicas prioricen la articulación entre energía y agricultura, sectores estratégicos e históricamente vinculados.