La yerba mate, bebida emblema del Cono Sur, se posiciona en el centro de la escena global. Lejos de ser solo una infusión, se ha convertido en un símbolo de identidad cultural y en una herramienta de valor agregado para el agro argentino. Este informe revela cómo un ritual ancestral, cargado de tradición y sentido comunitario, se transforma en tendencia internacional.

Originaria de la región guaraní, la Ilex paraguariensis crece en zonas subtropicales de Misiones y Corrientes, donde se concentra el 60% de la producción mundial. Su consumo en ronda, con un mismo recipiente y bombilla, es una práctica que simboliza amistad, pertenencia y confianza. Hoy, ese gesto cotidiano trasciende fronteras y gana adeptos en Europa, América del Norte y Medio Oriente.

La preparación tradicional del mate exige agua entre 70 y 80 °C, una molienda precisa y un recipiente adecuado, pero también existe el tereré (infusión fría) y el mate cocido, alternativas que amplían el universo del consumo. Estas variantes permiten una adaptación cultural en mercados externos y potencian la innovación de productos derivados.

En términos de salud, la yerba mate aporta antioxidantes, cafeína, polifenoles y xantinas, compuestos que le confieren propiedades estimulantes, antiinflamatorias y cardioprotectoras. Investigaciones del ICTAN-CSIC destacan su impacto positivo en la presión arterial, el perfil lipídico y la función endotelial. Esta evidencia refuerza su posicionamiento como bebida funcional y saludable, alineada con las nuevas demandas del consumidor global.

El crecimiento del mercado internacional es notable. La Argentina lidera las exportaciones globales, destacándose marcas como Taragüi, que coloca más de 60.000 toneladas al año en más de 40 países. Productos como el kit "Mate Experience", premiado en SIAL 2022 por su enfoque innovador, muestran el potencial del diseño y marketing con identidad nacional para acceder a nichos de alto valor.

No obstante, el sector enfrenta retos. La trazabilidad, la regulación de agroquímicos, y el cumplimiento de estándares internacionales como HACCP son esenciales para consolidar la confianza del mercado. A ello se suma la tensión entre preservar la esencia cultural del mate y avanzar en la tecnificación del proceso productivo.

Eventos como la Fiesta Nacional del Mate en Paraná o la instauración del Día Nacional del Mate (30 de noviembre) afianzan su lugar en el imaginario colectivo argentino y promueven su integración en el turismo cultural. Estas acciones complementan las estrategias de exportación y consolidan la yerba como un producto con marca-país.

El futuro de la yerba mate está marcado por la sustentabilidad, la innovación agroindustrial, y la apertura de nuevos mercados. Su capacidad de conectar lo ancestral con las tendencias del siglo XXI la convierte en una herramienta poderosa para el agronegocio argentino. Apostar por su desarrollo es fortalecer una cadena de valor que une cultura, salud, economía y territorio