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Cítricos argentinos bajo la lupa: la UE rechaza naranjas por "mancha negra" y crece la tensión comercial

La Unión Europea comenzó a bloquear cargamentos de cítricos argentinos alegando la presencia de un hongo superficial. El sector habla de una "barrera paraarancelaria" que golpea a la competitividad exportadora.

El comercio agrícola latinoamericano viene creciendo a fuerza de volumen y diversificación, pero los mercados internacionales también se volvieron más exigentes. En ese tablero, la Argentina enfrenta un golpe directo a su citricultura: la Unión Europea (UE) comenzó a rechazar cargamentos de naranjas y limones argentinos por la supuesta presencia de la mancha negra (Phyllosticta citricarpa), un hongo superficial que no afecta la calidad de la fruta para consumo humano.

En puertos de España, Portugal e Italia ya se registraron intercepciones y devoluciones. Según productores del NOA y el NEA, algunas cargas fueron destruidas y otras reexportadas, lo que en la práctica significa pérdidas millonarias y un freno para la campaña exportadora. La preocupación crece porque este tipo de medidas son vistas como una barrera paraarancelaria, es decir, una restricción no arancelaria que se esconde detrás de argumentos fitosanitarios.

Un problema global con impacto regional

La mancha negra no es un fenómeno exclusivo de la Argentina. Países como Sudáfrica enfrentan el mismo señalamiento de Bruselas. Incluso, la UE mantiene una disputa en la OMC con el país africano por este tema. Sin embargo, el bloque europeo aplica controles estrictos sobre los cítricos sudamericanos, en especial sobre la producción argentina.

Para el sector, la situación tiene un trasfondo político y comercial. España, principal productor de limones de la UE, es a la vez juez y parte: sus autoridades fitosanitarias son las que aplican los rechazos, y sus productores se benefician de una menor competencia en el mercado comunitario.

José Carbonell, presidente de Federcitrus, fue contundente: "Es un elemento que se usa como barrera paraarancelaria. La fungosis no afecta la fruta ni la planta, pero se aplica como regulador de oferta en contraestación".

Argentina frente a sus vecinos: la competencia regional

Mientras la Argentina lidia con estos obstáculos, otros países de la región logran insertarse en mejores condiciones. Brasil, por ejemplo, consolida su liderazgo como exportador de jugo de naranja y limones procesados, esquivando en parte el problema porque vende más industrializado que fruta fresca.

Uruguay y Chile, en cambio, mantienen buenas credenciales en el mercado europeo gracias a protocolos de trazabilidad y certificaciones sanitarias más flexibles, algo que los productores argentinos ven como un contraste con la rigidez normativa y la burocracia local.

La comparación duele: Argentina pierde competitividad no solo por las retenciones y la brecha cambiaria, sino también porque la falta de acuerdos sanitarios claros deja abierta la puerta a que las barreras fitosanitarias se transformen en bloqueos comerciales disfrazados.

Tecnología, controles y limitaciones

El Senasa y las cámaras exportadoras reforzaron los controles a campo y en empaques, pero el problema persiste. La enfermedad es difícil de detectar antes del embarque porque las manchas pueden aparecer durante el viaje.

Los tratamientos químicos no son 100% efectivos y la humedad propia de las quintas con cortinas de árboles puede favorecer el desarrollo del hongo. Por eso, aun cuando las frutas salen sin rastros visibles, pueden llegar a Europa con la patología ya manifestada en la piel.

Roberto Varela, de la Cámara de Exportadores de Citrus del Nordeste Argentino (Cecnea), advierte: "En España están muy sensibilizados por este problema. Si detectan algo, directamente destruyen la carga. Es un golpe durísimo porque no solo afecta a esa partida, sino que genera desconfianza sobre toda la oferta argentina".

Desafíos y oportunidades para el agro argentino

El conflicto vuelve a poner en agenda el debate sobre cómo debe posicionarse la Argentina en los mercados globales. El país tiene ventajas naturales -clima, calidad, contraestación-, pero enfrenta desventajas en logística, infraestructura y políticas públicas.

Los productores coinciden en que se necesita un trabajo diplomático y técnico más intenso en Bruselas, al estilo de lo que hacen otros países. Además, apuntan a la necesidad de diversificar destinos: Medio Oriente y Asia aparecen como alternativas menos restrictivas y con creciente demanda de cítricos.

En paralelo, el agregado de valor podría ser una salida: exportar más jugos, aceites esenciales y derivados industriales para reducir la dependencia de la fruta fresca, que es la más vulnerable a este tipo de trabas sanitarias.

Agrolatam.com
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