La papa en crisis: el precio cayó a la mitad y miles de toneladas quedaron abandonadas en el campo
La bolsa de papa vale hoy $1500, la mitad que un año atrás, y no cubre ni el 20% de los costos. Productores denuncian pérdidas millonarias y advierten que muchos no volverán a sembrar. "Es muy triste ver comida pudriéndose mientras falta en las mesas", dicen.
El derrumbe del precio de la papa encendió las alarmas en el campo argentino. En medio de una sobreoferta histórica y una fuerte caída del consumo interno, muchos productores decidieron no cosechar y dejar pudrir la papa en el suelo, incapaces de cubrir siquiera los costos básicos. El valor de la bolsa de 18 kilos pasó de $3000 en 2024 a $1500 en 2025, lo que implica una baja del 50% interanual y una rentabilidad negativa que golpea de lleno al corazón productivo del país.
"No hubo precio ni compradores. Había exceso de papa en el mercado, y a los productores directamente no les da el número", explicó Ezequiel Martínez, asesor en el sudeste bonaerense, una de las zonas más afectadas. Una hectárea rinde en promedio 3000 bolsas, que al valor del año pasado representaban unos $9 millones; hoy, apenas alcanzan los $4,5 millones, mientras los costos de producción rondan entre US$7500 y US$8000 por hectárea.
Campos de papa en el sudeste bonaerense, la principal zona productora del país. Este año, muchos lotes quedaron sin levantar por los bajos precios.
La situación es crítica: según estimaciones de la Federación Nacional de Productores de Papa (Fenapp), un productor medio de 100 hectáreas perdió este año alrededor de US$640.000. "No se ha recuperado ni el 20% de la inversión realizada", aseguró Alfredo Pereyra, titular de la entidad. "Se sigue cargando algo de papa, pero las pérdidas son enormes. Muchos campos quedaron sin cosechar", añadió.
El panorama se agrava porque, además de los bajos precios, el clima jugó en contra. Las lluvias excesivas provocaron que buena parte de la producción "se pudriera bajo tierra". En muchos casos, la cosecha fue parcial o se abandonó directamente. "La papa que queda en el suelo se descompone y devuelve nutrientes, pero la cantidad de remanente complica la rotación: hay que esperar que brote y aplicar herbicidas antes de sembrar girasol u otro cultivo", explicó Martínez.
Por la sobreoferta y los costos, los productores decidieron dejar parte de la cosecha en el campo. "No vale la pena levantarla", aseguran.
A los problemas de mercado se suman las limitaciones de la industria. Las empresas procesadoras, que compran papa para elaborar papas fritas o productos congelados, aplicaron cláusulas de ajuste y sólo levantaron el 50 o 60% del volumen pactado. El resto del excedente terminó vendido informalmente en las rutas, bajo el rótulo de "papa para freír".
"La ecuación económica es mala y la financiera, imposible", advirtió Mario Raiteri, productor, secretario de Coninagro y vicepresidente de la Fenapp. Con tasas del 60 al 80%, muchos chacareros se endeudaron para financiar la campaña y ahora no podrán volver a sembrar. "Tuve que dejar sin cosechar un 10% de la superficie, pero hay productores que abandonaron entre el 30 y el 50%. Esperaban que alguna zona fallara y subiera el precio, pero eso nunca ocurrió", explicó.
La actividad se frenó en muchas chacras: cosechar cuesta más que lo que se gana vendiendo. La bolsa de 18 kilos cayó a $1500.
La sobreoferta se originó en buenas cosechas generalizadas y una demanda interna en retroceso. "Hoy la papa vale 50% menos que el año pasado. El que tiene plata no come más, y el que no tiene trabajo no la compra. El costo argentino es muy alto y el tipo de cambio fue poco competitivo durante casi toda la cosecha", resumió Raiteri.
Las pérdidas afectan a todas las regiones productoras: Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Mendoza, Río Negro, Santa Fe, Catamarca y Jujuy, con rendimientos que van de 35 a 70 toneladas por hectárea, según la zona. La provincia de Buenos Aires concentra el 50% de la producción nacional, sobre un total de 90.000 a 100.000 hectáreas cultivadas.
De cara a la próxima campaña, los productores anticipan una reducción del área sembrada. "Va a bajar la superficie porque enterrar plata así no conviene", sostuvo Martínez. Esa menor oferta, advierten, podría provocar una futura suba de precios, repitiendo el ciclo de sobreproducción y escasez que castiga al sector cada pocos años.
Los campos de papa reflejan la crisis del sector: pérdidas millonarias, abandono de cosechas y una menor superficie sembrada para la próxima campaña.
La salida, coinciden los referentes, pasa por impulsar una línea de exportación sostenida, que permita equilibrar el mercado interno y dar salida a los excedentes. Sin embargo, exportar papa fresca no es rentable: "El 80% del producto es agua, y se paga flete sobre agua", explican. En cambio, los prefritos congelados o la papa semilla, con mayor valor agregado y tecnología, tienen mejor inserción en mercados de Asia y Europa.
La postal de papa pudriéndose en el campo se volvió símbolo de la crisis. "Saber que queda alimento mientras hay gente que no puede comer es realmente muy triste. Muchos productores chicos no van a volver a sembrar. La papa es el tercer alimento más importante del mundo, después del trigo y el arroz. No se trata solo de un negocio: es alimento, y verlo desperdiciado duele", cerró Raiteri con amargura.