La cosecha de aceitunas cayó fuerte en La Rioja y preocupa al sector olivícola
El frío extremo, los mercados inestables y la baja productividad marcaron una campaña con resultados muy por debajo del potencial.
La campaña 2025 está dejando un sabor amargo en los olivares de La Rioja y otras provincias del noroeste argentino. Según datos de la International Olive Oil Council (IOOC), la producción nacional de aceitunas de mesa cayó un 9% y la de aceite de oliva se retrajo un 26%. Las condiciones climáticas extremas, sobre todo la ola de frío registrada en mayo de 2024, dañaron miles de hectáreas de cultivo.
José Hilal, presidente de la Cámara de Industriales Olivícolas (CIO), fue tajante al describir el momento del sector: "Estamos por debajo de la mitad del rendimiento que podríamos tener. Es tiempo de estar alerta y tomar decisiones estratégicas".
En cifras concretas, La Rioja produjo entre 30 y 35 millones de kilos de aceitunas de mesa y entre 50 y 60 millones para aceite, cuando el umbral ideal supera los 60 millones en ambos casos.
Un mercado con reglas internacionales y clima local
El precio de la aceituna y del aceite de oliva está marcado por el mercado global, lo que obliga a los productores argentinos a moverse con flexibilidad ante cambios que muchas veces los encuentran desprotegidos. A esto se suma la necesidad de mantener el posicionamiento en el mercado externo, que el año pasado alcanzó un récord de exportaciones por US$321 millones, lideradas por aceite de oliva (61%) y con destino a Brasil, EE.UU. y Europa.
Aunque en mayo de este año se eliminaron las retenciones al sector, también se redujo de 30 a 15 días el plazo para liquidar divisas, lo que vuelve a sumar presión financiera sobre los productores.
Un actor clave de las economías regionales
Argentina tiene cerca de 70.000 hectáreas de olivos implantados y casi 2.000 explotaciones registradas para la producción de aceite y aceitunas de mesa. Las principales provincias productoras son La Rioja, Mendoza, Catamarca, San Juan y Córdoba.
El impacto de esta campaña se traduce también en lo social: la actividad emplea a unos 6.000 trabajadores permanentes y más de 43.000 en época de cosecha.
Para el sector, el mensaje es claro: el frío y el contexto global golpearon fuerte, pero la respuesta debe ser planificación, reconversión y apoyo estructural. Porque en cada botella de aceite hay mucho más que sabor: hay trabajo, inversión y futuro.