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Combustibles en Argentina: la cuenta pendiente que encarece al agro

El precio del petróleo cae en el mundo, pero en Argentina los surtidores no acompañan. El campo, gran consumidor de gasoil, siente de lleno el impacto en sus costos.

El precio de los combustibles en Argentina sigue siendo un tema de preocupación. Mientras el barril de crudo baja en los mercados internacionales, los valores en los surtidores locales se mantienen elevados. Y no se trata solo de un problema para los automovilistas: el sector agropecuario, que depende del gasoil para cada etapa de la producción y la logística, enfrenta un escenario que le resta competitividad frente a sus vecinos de la región.

Luis Navas, asesor legal de la Asociación de Estaciones de Servicio de la República Argentina (AESERA), explicó recientemente que la relación entre el precio del petróleo y el de los combustibles en el país no es directa. "El crudo bajó hace unos meses y el precio en surtidor también tuvo una reducción, pero no se traslada de manera proporcional por el famoso costo argentino", señaló en diálogo con Radio Rivadavia. Esa explicación deja en claro que, a diferencia de economías como la de Estados Unidos, donde la nafta se mueve casi en paralelo al petróleo, en Argentina intervienen múltiples factores internos que distorsionan la ecuación.

El combustible para tractores impulsa motores de trabajo pesado en tractores o camiones al generar un torque significativo.

El combustible para tractores impulsa motores de trabajo pesado en tractores o camiones al generar un torque significativo.

Entre esos factores se destacan la fuerte carga impositiva, la brecha cambiaria, los costos de transporte, los márgenes de refinación y la falta de previsibilidad en las reglas de juego. Todos esos elementos hacen que, incluso con un barril más barato a nivel global, el precio final en la estación de servicio se mantenga en niveles altos.

Para el agro, el impacto es directo. El gasoil es un insumo estratégico: se usa en la maquinaria agrícola para sembrar y cosechar, en los equipos de riego, en el transporte de granos hacia acopios y puertos, y en la cadena logística que conecta el interior productivo con los mercados internacionales. Cada aumento en el surtidor repercute en el costo de levantar una hectárea de soja, maíz o trigo, y en el valor de transportar esos productos hasta Rosario o Bahía Blanca. En un contexto de precios internacionales ajustados, ese diferencial pesa fuerte.

Combustibles en Argentina: la cuenta pendiente que encarece al agro

Los productores lo saben: el gasoil se ha convertido en un verdadero cuello de botella. La campaña agrícola 2024/25 ya mostró lo difícil que fue conseguir combustible a precios razonables durante los picos de demanda, y lo mismo ocurre en las zonas ganaderas, donde el traslado de hacienda también depende de este insumo. Mientras tanto, países vecinos como Brasil y Paraguay, con menores cargas fiscales y esquemas más estables, logran ofrecer energía más barata a sus productores. El resultado es que el campo argentino, pese a su potencial, queda en desventaja.

El dilema no se reduce al presente. Lo que preocupa a los analistas es la falta de previsibilidad. Un productor puede proyectar rindes y precios internacionales, pero no tiene certezas sobre cuánto le costará el gasoil dentro de seis meses. Y esa volatilidad complica no solo al productor primario, sino a toda la cadena agroexportadora: desde los contratistas rurales hasta las cooperativas y empresas de transporte que dependen de este insumo para mover la producción.

Combustibles en Argentina: la cuenta pendiente que encarece al agro

En definitiva, el problema del combustible en Argentina excede la coyuntura de la baja del crudo. Lo que está en juego es la competitividad sistémica de la agroindustria. Si el país quiere seguir siendo un jugador clave en el mercado global de alimentos, debe garantizar que sus costos internos acompañen la dinámica internacional. De lo contrario, los márgenes se seguirán achicando y la brecha con vecinos como Brasil -que ya lidera en soja, carne y biocombustibles- se hará cada vez más grande.

El campo argentino tiene la capacidad de producir más y mejor, pero necesita un esquema de energía accesible y previsible que le permita planificar. Mientras tanto, el crudo podrá bajar en el mundo, pero aquí la sensación es otra: la de un combustible que siempre termina siendo caro, y que se convierte en un obstáculo más para un sector que, aún con todas sus dificultades, sigue siendo el motor de la economía nacional.

Agrolatam.com
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