Semáforo Agroindustrial: mejora leve en agosto, pero 5 economías regionales siguen en rojo
El informe de CONINAGRO muestra un leve repunte en el agro argentino: seis actividades pasaron a verde, ocho se mantienen en amarillo y cinco continúan en rojo.
El Semáforo de Economías Regionales de CONINAGRO, correspondiente a agosto de 2025, mostró una mejora moderada en el desempeño general del agro argentino. De las 19 actividades monitoreadas, 6 se ubicaron en verde, 8 en amarillo y 5 en rojo, marcando un escenario de heterogeneidad productiva donde conviven sectores en recuperación con otros que aún no logran salir de la crisis.
El informe -elaborado por el área de Economía de CONINAGRO- tiene como objetivo traducir la complejidad de las economías regionales en una herramienta visual y comprensible. A través de tres componentes -negocio, productivo y mercado-, el índice mide precios, costos, producción, exportaciones e importaciones para ofrecer una fotografía integral del momento que atraviesa cada sector.
Durante agosto se observó una leve mejora respecto del mes anterior, con tres actividades que cambiaron de color en el semáforo. Granos y peras y manzanas pasaron a verde, mientras que mandioca ascendió de rojo a amarillo. Si bien los avances son incipientes, reflejan una recomposición parcial del componente "negocio", especialmente en rubros vinculados al comercio exterior.
Entre las actividades en verde, se destacaron bovinos, porcinos, aves, ovinos, granos y peras y manzanas. En estos sectores, el precio al productor evolucionó por encima de la inflación, mejorando la rentabilidad, a la vez que se verificaron mejoras productivas y comerciales. El sector bovino, por ejemplo, registró un incremento del 46 % interanual en los precios, superando tanto la inflación como los costos, y las exportaciones de carne treparon un 42 %, alcanzando los 4.472 millones de dólares.
En tanto, los granos consolidaron una campaña favorable, con una superficie sembrada de 37,2 millones de hectáreas (+7%) y una producción estimada en 131 millones de toneladas, reflejando el peso estructural que el complejo cerealero mantiene en el comercio exterior. Las exportaciones totalizaron 40.546 millones de dólares, un salto del 93 % interanual, mientras que las importaciones se redujeron un 19 %. Las peras y manzanas también mostraron señales de recuperación, con un crecimiento del 8 % en producción y del 49 % en exportaciones, consolidando su mejora tras varios meses de inestabilidad.
El panorama es distinto para las ocho actividades en amarillo: algodón, forestal, miel, maní, leche, tabaco, cítricos dulces y mandioca. Estas producciones muestran estabilidad, pero sin avances significativos. El precio del algodón, por ejemplo, subió apenas un 10 % interanual, muy por debajo de la inflación del 33,6 %, mientras que el área sembrada creció 6 %, pero la producción cayó 15 %. En el caso de la leche, el litro al productor se pagó $474, con un incremento del 13 % interanual, por debajo del aumento de los costos (35 %). Sin embargo, la producción creció 6 % y las exportaciones aumentaron 88 %, una muestra del potencial exportador si las variables macroeconómicas acompañan.
El tabaco y el maní también permanecen en zona intermedia. El primero registró un incremento interanual del 23 % en precios, con exportaciones que crecieron 286 %, mientras que el maní, pese a un aumento del 26 % en producción, aún exhibe una caída real del 11 % en precios. Los cítricos dulces se mantuvieron con valores por encima de la inflación (66 % interanual) y un notable crecimiento del 484 % en exportaciones, aunque la rentabilidad interna sigue ajustada.
Donde persisten las luces rojas es en las cinco economías más comprometidas: yerba mate, arroz, papa, vino y mosto, y hortalizas. En estos sectores, el componente "negocio" se encuentra claramente deteriorado. La yerba mate mostró una caída del 3 % mensual en precios y una reducción del 11 % en producción, a pesar de la expansión del área cultivada. El vino y el mosto enfrentan un fuerte retroceso del consumo interno (-16 %) y una suba del 170 % en importaciones, mientras que los precios al productor cayeron 15 % en términos reales. En el caso del arroz, aunque la superficie y la producción crecieron, el precio al productor se desplomó un 50 % real, erosionando completamente los márgenes.
El sector hortícola atraviesa una distorsión particular: el fuerte aumento del tomate -164 % mensual- impulsó artificialmente los promedios, pero al excluir ese efecto, los precios de las hortalizas presentan una caída interanual real del 53 %, evidenciando un escenario de pérdida de poder adquisitivo del productor. En paralelo, el incremento de importaciones agroalimentarias, impulsado por la apreciación cambiaria y la apertura comercial, está afectando a las producciones que compiten directamente con bienes importados, como porcinos, mandioca o papa.
Pese a las dificultades, el informe destaca que la mayoría de las exportaciones regionales mostraron signos positivos. Sectores como carne bovina, maní, leche, cítricos y frutas de pepita lograron aprovechar la mejora de los precios internacionales y la demanda externa, amortiguando el impacto de la inflación y la volatilidad cambiaria. El componente "mercado", de hecho, fue el que mostró mayor dinamismo en agosto, impulsado por el crecimiento de las ventas externas.
Desde su creación en 2018, el Semáforo de CONINAGRO se consolidó como una herramienta de referencia para evaluar la salud de las economías regionales. El índice pondera de forma equilibrada tres pilares -Negocio (N), Producción (P) y Mercado (M)-, donde cada uno refleja una dimensión distinta de la actividad agroindustrial. Según la metodología, si el valor final del índice (S) es menor que 1, la economía se clasifica en rojo; si es igual a 0, amarillo; y si supera 1, verde.
En este contexto, agosto dejó un panorama mixto: una porción relevante del agro muestra capacidad de reacción, especialmente en los sectores exportadores, mientras que otros siguen afectados por precios atrasados, suba de costos y escasa previsibilidad macroeconómica.
De las 19 producciones relevadas, el 31% se encuentra en verde, el 42% en amarillo y el 26% en rojo, una foto que evidencia tanto la resiliencia del campo argentino como sus desafíos estructurales.
El informe concluye que, más allá del leve repunte, la competitividad del agro argentino depende de la estabilidad económica, la reducción de costos logísticos y una política de estímulos a las exportaciones. Los datos de agosto muestran que cuando el contexto acompaña, el productor responde, pero también que sin previsibilidad, la mejora no se sostiene en el tiempo.
En definitiva, el semáforo de agosto refleja una señal amarilla general para el agro: un llamado a consolidar las luces verdes y a atender con urgencia las zonas en rojo, donde miles de productores todavía luchan por mantener la rentabilidad y sostener la producción.