Agricultura

Festuca Alta: Cómo optimizar la fertilización con nitrógeno según el cultivar

La festuca alta es clave en los sistemas pastoriles argentinos, pero su productividad depende fuertemente del nitrógeno. Este informe técnico revela cómo distintas dosis y momentos de aplicación, según el ecotipo del cultivar, impactan en la eficiencia y en la oferta forrajera estacional

Matías Cosenza
Matías Cosenza
Redaccion Agrolatam.com

La festuca alta (Schedonorus arundinaceus) es una gramínea forrajera de amplia adaptación en la región pampeana, pero con una marcada dependencia del nitrógeno (N) para expresar su potencial productivo. Sin aporte externo de N, ya sea por fertilización o asociación con leguminosas, su crecimiento se ve severamente limitado. En ensayos realizados, la producción de forraje en parcelas puras sin fertilización apenas alcanzó 5,35 ± 1,88 t de materia seca por hectárea al año.

El N disponible naturalmente en el suelo, producto de la mineralización de materia orgánica y la deposición atmosférica, resulta insuficiente para satisfacer la demanda de esta especie, especialmente en sistemas intensivos. Es por eso que la fertilización nitrogenada adquiere un rol central en el manejo de estas pasturas.

Las aplicaciones divididas de N (70 % al final del invierno y 30 % a fines del verano/inicio de otoño) mostraron ser eficaces, con respuestas positivas hasta dosis de 150-200 kgN/ha/año. Sin embargo, el efecto de la fertilización es transitorio, diluyéndose en verano e invierno por limitantes ambientales y la pérdida del N aplicado en estaciones previas.

El nitrógeno mejora la tasa de elongación foliar, el macollaje y la capacidad de intercepción de luz, potenciando el crecimiento del forraje. No obstante, la respuesta al N está influenciada por el ecotipo del cultivar utilizado. Existen ecotipos de origen mediterráneo, continental e intermedio, cada uno con diferentes comportamientos fisiológicos frente a la temperatura.

Los cv mediterráneos, por ejemplo, pueden expandir tejido foliar a temperaturas más bajas, lo que los hace ventajosos para crecer en otoño e invierno. En cambio, presentan dormancia estival en el norte pampeano. Los continentales, por su parte, aprovechan mejor el calor de la primavera, mostrando mayor respuesta agronómica al N en esa época del año.

Ensayos comparando los tres tipos de cultivares mostraron que la respuesta a dosis crecientes de N fue significativa en todos los casos, pero sin interacción con el ecotipo. Es decir, todos respondieron, pero la eficiencia de recuperación del N se maximizó en aquellos cultivares con alta tasa de crecimiento estacional y sin restricciones hídricas severas.

Particularmente, la eficiencia de recuperación del N es menor a fines de verano e inicios de otoño, aunque su impacto es clave para cubrir la oferta forrajera de invierno, una de las estaciones más críticas del año para los sistemas ganaderos. En este punto, los cv mediterráneos ofrecen una ventaja relativa.

Festuca Alta: Cómo optimizar la fertilización con nitrógeno según el cultivar

De esta manera, la estrategia de fertilización debe considerar el origen del cultivar. Si se opta por cv mediterráneos, conviene aplicar mayores dosis al inicio del otoño. En cambio, para lograr máxima eficiencia en primavera, los cv continentales son los más indicados. Esta diferenciación técnica permite una gestión del nitrógeno más precisa, adaptada a la fisiología del material vegetal y al calendario de demanda del sistema de producción.

En resumen, entender la relación entre tipo de cultivar, estacionalidad y fertilización nitrogenada es clave para maximizar el rinde forrajero, mejorar la eficiencia del uso de insumos, y aumentar la rentabilidad de los sistemas ganaderos pastoriles.

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