Fertilizantes rusos: una amenaza latente para la agricultura latinoamericana
La posible imposición de nuevas sanciones por parte de Estados Unidos sobre los compradores de fertilizantes rusos pone en jaque al agro regional.
El campo latinoamericano vuelve a estar en la mira. La amenaza de nuevas sanciones de Estados Unidos contra compradores de fertilizantes rusos podría desatar una cadena de consecuencias adversas para la agricultura de la región. Brasil, México y Colombia, tres de los principales actores agrícolas del continente, dependen significativamente de estos insumos estratégicos para mantener la productividad y competitividad de sus cultivos.
Dependencia crítica de fertilizantes rusos
En el caso de Brasil, el vínculo es estructural: más del 33 % de los fertilizantes utilizados provienen de Rusia. Solo en el primer semestre de 2025, las importaciones desde ese país crecieron un 30 %, según datos oficiales. "Sin ese volumen, la producción de soja y maíz directamente se vuelve inviable", aseguró Lucas Beber, vicepresidente de Aprosoja.
México tampoco escapa a la problemática. En 2024 importó fertilizantes rusos por más de 580 millones de dólares, siendo la urea un insumo fundamental para cultivos clave como maíz, sorgo y trigo. Raúl Urteaga, exfuncionario de la Secretaría de Agricultura, advirtió: "La calidad de los fertilizantes podría bajar, y eso afectaría directamente la productividad".
Colombia, por su parte, importa uno de cada cuatro kilos de fertilizante desde Rusia, lo que pone en riesgo sectores estratégicos como el café, las frutas y las flores, cuya exportación depende de una producción estable y eficiente.
Efectos colaterales y tensión geopolítica
Estas posibles sanciones, impulsadas por la administración Trump como parte de su estrategia para frenar el financiamiento ruso en la guerra de Ucrania, podrían restringir los flujos comerciales y disparar los precios de los insumos agrícolas. El recuerdo de 2022, cuando tras la invasión rusa los precios se dispararon globalmente, aún está fresco.
Desde Mosaic, una de las mayores compañías del rubro, señalaron que "las tensiones ya están retrasando ventas clave para la campaña de soja en Brasil", lo cual podría agravar los problemas logísticos y operativos.
Planes de independencia que no despegan
Si bien Brasil y México han prometido reducir su dependencia, los resultados son limitados. El caso mexicano busca elevar su producción nacional de fertilizantes del 33 % al 80 %, pero Pemex aún no logra hacer rentable el negocio. En Brasil, el alto costo del gas y la falta de financiamiento obstaculizan la sustitución de importaciones.
Riesgos para la seguridad alimentaria y el consumidor
El escenario proyectado genera preocupación por sus efectos en la cadena de valor agroalimentaria: insumos más caros, rendimientos más bajos, y precios más altos al consumidor. También podría haber un impacto directo en la inflación regional y en la competitividad de las exportaciones, especialmente hacia EE. UU., principal destino de muchos productos agropecuarios.