Agricultura

Fertilizantes y geopolítica: el tablero mundial que condiciona al agro argentino

La volatilidad de la urea y los fosfatos domina el mercado global. Las decisiones de China, Rusia y Medio Oriente repercuten en los precios y complican la planificación de los productores argentinos.

Maria Jose Huerta
Redacción AgroLatam.com

El mercado mundial de fertilizantes se ha convertido en un escenario dominado por la geopolítica. A diferencia de otros insumos agrícolas, su disponibilidad y su precio dependen menos de la oferta y la demanda clásica y más de los movimientos políticos y comerciales de unos pocos países que concentran la producción. Para la Argentina, que depende de estas importaciones para sostener la productividad de sus campos, esto significa trabajar con una volatilidad permanente que golpea la rentabilidad y obliga a tomar decisiones en un marco de incertidumbre.

El caso más ilustrativo es China, que en agosto exportó 797.000 toneladas de urea, la mayor cifra en casi dos años. La decisión de flexibilizar restricciones, luego de meses de limitar sus ventas al exterior, corrigió a la baja los precios internacionales. Pero lo que trajo alivio al mercado también dejó en evidencia lo frágil que es el esquema global: Beijing cambia sus normas de exportación de un día para el otro, en plena disputa comercial con Estados Unidos, y cada modificación altera los presupuestos de agricultores en todo el planeta.

Las tensiones entre Oriente y Occidente se intensificaron, y eso provoca fuertes oscilaciones en la disponibilidad de los fertilizantes más importantes (Embrapa).

Las tensiones entre Oriente y Occidente se intensificaron, y eso provoca fuertes oscilaciones en la disponibilidad de los fertilizantes más importantes (Embrapa).

Algo similar ocurre con Rusia, otro de los grandes actores. Sus toneladas de urea y fosfatos son claves para abastecer al mundo, y cualquier sanción económica o interrupción logística repercute de manera inmediata. Basta recordar que Estados Unidos importa la mitad de sus fertilizantes desde el país gobernado por Putin, lo que convierte cada tensión política en un riesgo de abastecimiento global. A esto se suma el papel de Medio Oriente y Marruecos, que dominan la producción de fosfatos, y de India, que con sus megacompras puede inclinar la balanza hacia la suba o la baja de precios internacionales.

El resultado es un mercado en zigzag. El fosfato diamónico (PDA) en el Golfo subió un 36% en menos de ocho meses, mientras el fosfato monoamónico (PMA) acompañó la misma tendencia. En la urea, los precios escalaron durante el invierno para luego retroceder junto con la baja del gas natural, insumo clave en la producción de fertilizantes nitrogenados. Como advierte la American Farm Bureau Federation , los agricultores en todo el mundo deben armar presupuestos y decidir sus siembras en un contexto de "mercados impredecibles", donde los costos energéticos y las tensiones comerciales pesan más que la propia demanda.

China, Rusia y los países de Medio Oriente son actores centrales en el abastecimiento global de fertilizantes, y cada decisión que toman impacta directamente en los precios internacionales.

China, Rusia y los países de Medio Oriente son actores centrales en el abastecimiento global de fertilizantes, y cada decisión que toman impacta directamente en los precios internacionales.

En la Argentina, los productores viven esta volatilidad en carne propia. La urea local refleja en parte las bajas internacionales, pero la falta de producto por compras tardías impide que esa caída se traslade de manera plena a los precios internos. En cuanto a los fertilizantes líquidos, si bien tienen ventajas agronómicas por su menor volatilización, hoy perdieron competitividad frente a la urea en términos de costo por unidad de nutriente. El capítulo de los fosfatos muestra otro panorama: los precios ya están en gran medida asumidos y las bajas son limitadas, aunque aparecen oportunidades en mezclas y en PMA 10-50, donde las empresas buscan liquidar inventarios antes de fin de año con propuestas más agresivas.

Para el agro argentino, la situación se complica porque la incertidumbre global se suma a los problemas internos: las retenciones, la brecha cambiaria y los altos costos logísticos locales. El productor nacional no solo debe lidiar con la volatilidad de un mercado que depende de las tensiones entre China y Estados Unidos o de las sanciones a Rusia, sino que además enfrenta un esquema impositivo que le resta competitividad frente a sus pares de la región. Mientras Brasil avanza con políticas más estables y una logística más aceitada, en la Argentina el negocio de los fertilizantes queda doblemente condicionado.

No existe una crisis de producción grave; el verdadero problema es que los fertilizantes se utilizan como instrumento de presión en las negociaciones.

No existe una crisis de producción grave; el verdadero problema es que los fertilizantes se utilizan como instrumento de presión en las negociaciones.

Los especialistas advierten que los próximos meses serán decisivos. Si India lanza una nueva licitación masiva de urea o si China mantiene sus restricciones más allá de octubre, los precios podrían volver a dispararse. En paralelo, cualquier recrudecimiento del conflicto en Medio Oriente o nuevas sanciones a Rusia afectarían el suministro de gas natural, encareciendo otra vez la producción de nitrogenados. No se trata de un problema de producción global severo, sino de un uso de los fertilizantes como herramienta de presión política y económica.

En este escenario, el mensaje para la Argentina es claro: el agro local no puede desligarse del tablero mundial. Cada decisión geopolítica repercute en la rentabilidad de la campaña, y la única forma de amortiguar esos impactos es a través de una estrategia interna más previsible. Políticas que den estabilidad, incentivos al agregado de valor y reglas claras para la inversión en tecnología pueden marcar la diferencia entre seguir siendo rehenes de la coyuntura internacional o posicionarse con mayor solidez frente a la competencia regional.

Esta nota habla de: