Mildiu en Girasol: el enemigo silencioso que desafía la resistencia genética en el norte argentino
El mildiu del girasol volvió con fuerza en el norte argentino y afecta incluso a híbridos resistentes. Expertos advierten sobre nuevas razas del patógeno y piden ajustar siembras y reforzar el monitoreo.
La reaparición del mildiu del girasol (Plasmopara halstedii) encendió las alarmas en el sector agropecuario argentino. La enfermedad, que se creía bajo control, volvió a detectarse con fuerza en lotes del centro y norte del país, afectando materiales considerados resistentes y planteando un posible quiebre genético. Investigadores del INTA, ASAGIR y la Universidad Nacional del Litoral (UNL) ya trabajan en conjunto para evaluar la magnitud del brote.
Según el ingeniero agrónomo Sebastián Zuil, docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL, "en híbridos resistentes están apareciendo focos de infección, señal de que tal vez tengamos una raza nueva u otra ya conocida que se dispersó". Los casos se multiplican desde Chaco hasta Videla, pasando por Reconquista y Malabrigo, con niveles de incidencia que van de trazas a más del 50% según las condiciones ambientales.
El mildiu es causado por un oomycete que puede ingresar por raíces o hojas. En etapas tempranas provoca enanismo, fieltro blanco en cotiledones y muerte de plántulas. Este año, las temperaturas frescas y las lluvias frecuentes crearon condiciones ideales para su desarrollo. "La infección primaria, que ocurre por las raíces, es la más peligrosa", explicó Zuil.
El especialista también advirtió que la enfermedad está apareciendo en híbridos tratados con curasemillas, lo que sugiere una pérdida de eficacia de los productos o del gen de resistencia más utilizado. Por eso recomienda evitar siembras tempranas y aprovechar las temperaturas más altas, que limitan el avance del patógeno.
La fitopatóloga Margarita Sillón señaló que el agua es determinante en el ciclo del pseudo hongo. "No anticipar la siembra a julio. La fecha óptima en el centro norte de Santa Fe y Chaco es entre mediados de agosto y mitad de septiembre. Las bajas temperaturas favorecen la infección", explicó. Además, destacó la necesidad de rotar cultivos y no repetir girasol en lotes con antecedentes de mildiu.
Tanto Sillón como Zuil coincidieron en que el relevamiento nacional impulsado por ASAGIR, INTA y universidades es fundamental. La campaña incluye una encuesta abierta a productores para conocer zonas afectadas, híbridos comprometidos y niveles de incidencia, con el fin de construir un sistema de alerta temprana. "Si hoy vemos los síntomas, ya no se puede hacer nada. Los lotes quedan contaminados y necesitamos saber cuán extendido está el problema", advirtió Sillón.
Los reportes desde Chaco, con alta incidencia en zonas cálidas, sugieren que el patógeno podría haberse adaptado a nuevas condiciones, lo que agrava el riesgo sanitario. Con 1,5 millones de hectáreas proyectadas para esta campaña, los especialistas subrayan que la vigilancia sanitaria y la cooperación público-privada serán clave para proteger la productividad del girasol argentino.