Agricultura

Polilla de la vid: el arma silenciosa del INTA que podría revolucionar la vitivinicultura argentina

Un desarrollo disruptivo surgido en Mendoza promete erradicar una de las plagas más devastadoras del viñedo nacional. Se trata de Silent, un biocida basado en silenciamiento génico que logró hasta un 80% de mortandad en larvas de Lobesia botrana en laboratorio

En el corazón de Mendoza, una de las regiones vitivinícolas más importantes del país, un equipo del INTA y el Conicet trabaja en una solución revolucionaria contra una de las principales amenazas del sector: la polilla de la vid (Lobesia botrana). Este insecto, declarado plaga nacional en 2010, genera pérdidas millonarias y compromete la calidad de los vinos argentinos. Frente a este desafío, surge Silent, un desarrollo basado en el silenciamiento génico por interferencia de ARN (RNAi) que podría cambiar para siempre la forma de enfrentar esta plaga.

Panorama actual: una plaga persistente y costosa

La Lobesia botrana se ha convertido en una preocupación constante para productores y bodegas. Su ciclo reproductivo rápido y su capacidad de daño directo en racimos afectan tanto la cantidad como la calidad de la cosecha. Los métodos actuales de control, basados en insecticidas o feromonas, tienen altos costos, implican riesgos ambientales y requieren importación.

Una estrategia silenciosa y eficaz

Silent propone una alternativa de alta tecnología, bajo impacto ambiental y desarrollo 100% nacional. El equipo liderado por el INTA en el Nodo de Innovación Cuyo, ubicado en Luján de Cuyo, desarrolló moléculas de ARN de doble cadena (dsRNA) que inhiben genes esenciales para la supervivencia de la polilla. Las pruebas de laboratorio arrojaron resultados prometedores: entre un 50% y 80% de mortandad en larvas tras la aplicación.

Del laboratorio al campo: el gran desafío

"Estamos analizando cuál es el mejor vehículo para llevar las moléculas de ARN a las larvas en los viñedos. Una opción es una solución pulverizable", detalló Analía Díaz Bruno, directora del NiC. Esta etapa es clave para escalar el desarrollo y transformarlo en un producto de uso habitual para los productores. En este sentido, destacan el potencial de Silent como herramienta de bajo costo, sin residuos tóxicos y alineada con las buenas prácticas agrícolas (BPA).

Hacia la industrialización del biocida

El objetivo ahora es lograr una alianza con empresas del sector agroquímico que permita producir y distribuir Silent a gran escala. "Desde el INTA no podemos producir industrialmente. Nuestro objetivo es licenciar el desarrollo para que llegue a los viñedos como una solución efectiva y sustentable", concluyó Díaz Bruno.

Silent representa una esperanza concreta para el agro argentino, combinando ciencia pública, innovación aplicada y soberanía tecnológica. Su avance podría marcar un antes y un después en la gestión de plagas, con impacto directo en la rentabilidad, sustentabilidad y calidad de la vitivinicultura nacional.

Agrolatam.com
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