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Soja en picada: ¿por qué el mercado local pagó $322.000 y las posiciones diferidas mandan la parada?

La soja profundizó su caída en Chicago y trasladó la presión al mercado argentino, donde los valores tocaron los $322.000 para la posición disponible.

Agrolatam.com
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La soja profundizó su caída en el mercado de Chicago, y el impacto se sintió rápidamente en el circuito comercial argentino. Este lunes 24 de junio, las ofertas locales por la oleaginosa tocaron los $322.000 para la posición disponible, en un contexto marcado por una marcada volatilidad en los precios internacionales y una coyuntura climática favorable en Estados Unidos.

Mientras tanto, las posiciones diferidas comenzaron a destacarse, desplazando el interés comercial hacia meses futuros y dejando a la vista una estrategia defensiva por parte de los compradores. Con una oferta abundante, la presión bajista crece, y los productores argentinos deben repensar su plan de comercialización para sostener la rentabilidad en un escenario cambiante.

La oleaginosa cayó casi un 1% en la Bolsa de Chicago, presionada por el retroceso del precio del petróleo y del aceite de soja, que arrastraron a toda la cadena de valor. Esta baja se trasladó de inmediato al mercado local, donde las fábricas ofrecieron precios menores, en un intento por reflejar la tendencia internacional y moderar la demanda inmediata. En este escenario, las posiciones diferidas como julio, agosto o incluso diciembre, ganaron terreno, con valores que en algunos casos ofrecían mejores condiciones de pago o posibilidades de fijación.

Las condiciones climáticas en el cinturón sojero estadounidense son actualmente muy favorables, lo que genera expectativas de una campaña abundante y sin sobresaltos. Este dato no es menor: la ausencia de riesgos climáticos en el hemisferio norte derrumba cualquier impulso alcista de corto plazo y mantiene a los precios internacionales deprimidos. Para la Argentina, esto implica enfrentar un mercado con más competencia externa, menores expectativas de mejora y necesidad de mayor eficiencia comercial.

En este contexto, muchos productores y asesores comerciales están optando por diferir la entrega y fijación de precios, esperando mejores condiciones de mercado. Esta práctica se alinea con una estrategia de cobertura y diversificación de riesgos, donde herramientas como el mercado de futuros, las opciones o los contratos forward cobran protagonismo. Además, se observa una tendencia a retener grano como reserva de valor, una táctica conocida en años de alta volatilidad económica.

La tecnología aplicada al agro, como la siembra directa, el monitoreo satelital o el uso de datos climáticos de precisión, también se vuelven aliadas clave para decidir cuándo vender, en qué condiciones y con qué margen. Las buenas prácticas agrícolas (BPA), además de mejorar el rinde, permiten acceder a mercados exigentes que valoran la trazabilidad y el valor agregado.

Soja en picada: ¿por qué el mercado local pagó $322.000 y las posiciones diferidas mandan la parada?

Otro factor clave es el contexto macroeconómico local, con un tipo de cambio en tensión y cambios esperados en las retenciones luego del 1º de julio. El crédito agropecuario, con nuevas herramientas impulsadas por el sector privado y público, se perfila como una vía de escape para quienes necesitan financiamiento sin liquidar grano a precios bajos. Esta dinámica está redefiniendo la logística comercial y exige una mayor articulación entre productores, cooperativas y exportadores.

En paralelo, la incertidumbre geopolítica internacional, en especial las tensiones en Medio Oriente, continúa afectando la cotización del petróleo y sus derivados, que tienen una incidencia directa en la formación del precio de los aceites vegetales. Si bien hubo un amague de calma tras rumores de cese al fuego, la reacción del mercado fue de máxima cautela. Esta falta de certezas también se traduce en menor demanda especulativa en los mercados de futuros, reforzando la tendencia bajista actual.

Frente a este panorama, resulta vital pensar en estrategias integrales de comercialización, que contemplen el escenario global, las expectativas climáticas, el tipo de cambio, y las alternativas financieras disponibles. La articulación entre innovación, tecnificación y conocimiento de mercado será fundamental para enfrentar los próximos meses con una mirada de largo plazo.

El campo argentino, con su resiliencia histórica, tiene el potencial para adaptarse a los vaivenes internacionales. Pero requiere información precisa, decisiones inteligentes y un enfoque de cadena de valor, donde cada eslabón tenga claridad sobre su rol y sus oportunidades.

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