Brasil modera embarques de soja y Argentina afianza su rol exportador en plena cosecha de EE.UU.
Las proyecciones marcan que Brasil exportará 112 millones de toneladas de soja (+10 %), mientras que Argentina colocará 30 millones de toneladas de harina (+2 %). La entrada de la cosecha estadounidense y la presión sobre China añaden incertidumbre al mercado.
El mercado global de soja y subproductos transita septiembre con señales encontradas entre los principales actores. Mientras Estados Unidos busca reactivar las compras chinas en vísperas de su nueva cosecha, Brasil y Argentina refuerzan su papel como proveedores estratégicos desde la costa este de Sudamérica (ECSA).
De acuerdo con proyecciones de BRS Dry Bulk, la campaña 2025/26 marcaría un crecimiento robusto de las exportaciones regionales. Brasil alcanzaría los 112 millones de toneladas de soja, un 10 % más que en 2024, mientras que los embarques de harina de soja argentina llegarían a 30 millones de toneladas, con un incremento interanual del 2 %.
Brasil: precios, retenciones y logística en tensión
El desempeño brasileño no estuvo exento de fricciones. En agosto, el mercado registró que muchos productores optaron por retener ventas a la espera de precios más atractivos, lo que redujo el flujo inmediato de granos. A esto se sumaron cuellos de botella logísticos: las filas de buques en los principales puertos del país limitaron los embarques y evidenciaron la presión sobre la infraestructura portuaria.
Pese a estas dificultades, los analistas prevén un repunte estacional hacia el cuarto trimestre, lo que volverá a exigir al máximo la capacidad de embarque en Santos, Paranaguá y otros nodos clave de ECSA.
Argentina: valor agregado y molienda
En contraste, el complejo sojero argentino gana espacio en el mercado internacional. El país se beneficia de una industria de molienda consolidada, con mayor capacidad instalada y precios internos más firmes que respaldan la posición de los exportadores.
La estrategia de colocar harina de soja -producto de mayor valor agregado frente al poroto sin procesar- refuerza la competitividad argentina en un mercado donde este insumo sigue siendo fundamental para la alimentación animal global. La tracción de la molienda permite sostener la cuota de mercado en Asia y Europa, incluso frente al empuje de la oferta estadounidense.
EE.UU.: la cosecha que presiona
A partir de septiembre, la entrada de la nueva cosecha estadounidense introduce un factor adicional de presión. Con precios más competitivos, los granos de EE.UU. buscarán recuperar terreno en el mercado chino, aunque hasta ahora Pekín no ha dado señales claras de reactivar compras.
El propio presidente Donald Trump insistió públicamente en que China aumente sus adquisiciones de soja estadounidense, pero la falta de definiciones comerciales mantiene la incertidumbre sobre los flujos globales. El pulso entre Washington y Pekín será determinante para los precios en el arranque de la campaña.
Otros granos y repercusión en fletes
Más allá de la soja, el panorama de granos muestra contrastes. El trigo europeo registró una producción revisada al alza, mientras que Rusia y Ucrania enfrentan caídas por sequías, heladas y nuevas presiones arancelarias desde la Unión Europea. En el caso del maíz, la abundancia de la cosecha estadounidense, sumada al repunte de Ucrania, redefine la oferta hacia Asia y Europa, alterando la dinámica de precios y contratos.
Este escenario impacta directamente en el transporte marítimo. Según BRS Dry Bulk, los flujos de granos desde ECSA hacia Asia están extendiendo las distancias recorridas, lo que llevó a contratar buques por mayor tiempo y mantuvo la presión sobre el mercado de fletes internacionales.
Con Brasil y Argentina como protagonistas indiscutidos en el comercio mundial de soja, la región reafirma su condición de epicentro del suministro global. Los desafíos logísticos y la necesidad de mayor infraestructura portuaria se contraponen al dinamismo de su producción, mientras EE.UU. intenta recuperar espacio en un tablero donde China sigue siendo el gran comprador ausente.
En este arranque de campaña, la ecuación combina la abundancia de oferta sudamericana, la presión de la cosecha norteamericana y la incertidumbre comercial con China. Un cóctel que marcará el rumbo de los precios, los embarques y la competencia entre potencias agrícolas en lo que resta de 2025.