Acuerdo Mercosur-EFTA: nuevas oportunidades y desafíos para el agro argentino
El tratado de libre comercio con el bloque europeo abre un mercado de casi 300 millones de consumidores. El agro celebra el acceso preferencial, pero advierte sobre la necesidad de competitividad interna.
El Mercosur firmó un acuerdo histórico con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) tras ocho años de negociaciones. El convenio, suscripto en Río de Janeiro por los cancilleres de la región, creará una zona comercial que involucra a cerca de 300 millones de personas y un PIB combinado de más de US$4,3 billones.
Para la Argentina, el acuerdo llega en un momento clave: el sector agropecuario será uno de los principales beneficiados, con la posibilidad de acceder en condiciones preferenciales a mercados de alto poder adquisitivo como Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein. Según informó la Cancillería argentina, más del 97% de las exportaciones de ambos bloques tendrá mejoras en el acceso a los mercados.
La EFTA eliminará el 100% de los aranceles industriales y pesqueros del Mercosur y otorgará beneficios inmediatos a productos agrícolas de gran peso para la región: carne bovina, aviar y porcina, café, vino y etanol. Para la Argentina, esto significa un impulso a la carne vacuna y a los biocombustibles, dos sectores en los que el país busca recuperar protagonismo internacional.
En contrapartida, el Mercosur tendrá 15 años para completar un proceso gradual de reducción de aranceles sobre importaciones de productos industriales europeos, lo que abre interrogantes sobre el impacto en la industria local.
Los dirigentes del bloque coincidieron en remarcar el carácter "histórico" y "estratégico" del entendimiento. "En medio de un mundo en incertidumbre estamos dando una prueba de que es posible fortalecer el multilateralismo y el libre comercio", señaló el vicepresidente de Brasil, Geraldo Alckmin. Desde Uruguay, Mario Lubetkin lo definió como una "alianza estratégica", destacando que el acuerdo moderniza reglas de origen, aduanas, medidas sanitarias y fitosanitarias, puntos sensibles para la producción agroindustrial.
En 2024, el Mercosur exportó bienes a la EFTA por US$3.373 millones e importó por US$3.824 millones, con Suiza como principal socio comercial. Para la Argentina, la clave estará en aprovechar la demanda europea de proteínas y alimentos diferenciados, en un contexto donde conceptos como trazabilidad, sustentabilidad y huella de carbono son cada vez más determinantes.
Cuando el acuerdo comience a aplicarse, la EFTA suprimirá la totalidad de los aranceles para los productos industriales y pesqueros provenientes del Mercosur.
El desafío es claro: si bien el acuerdo promete más mercado para la carne, los granos y el vino argentino, su éxito dependerá de resolver problemas internos de logística, infraestructura y presión impositiva, que hoy encarecen la producción local frente a competidores regionales como Brasil o Uruguay.
La entrada en vigor del tratado no será inmediata: requerirá la ratificación de los Parlamentos de cada país, un proceso que podría extenderse hasta 2026. Sin embargo, el impacto político ya es visible: el Mercosur busca mostrar que aún puede avanzar en acuerdos de apertura en un mundo marcado por el proteccionismo y las tensiones geopolíticas.
En definitiva, el acuerdo Mercosur-EFTA abre la puerta a nuevas oportunidades para el agro argentino, pero también plantea una advertencia: para aprovechar el acceso preferencial, el país deberá mejorar su competitividad y sostener una estrategia exportadora clara.