Alfalfa en Río Negro: el "cultivo silencioso" que conquista mercados globales
Con condiciones agroclimáticas privilegiadas, riego tecnificado y una demanda internacional en alza, Río Negro consolida su liderazgo en la producción de alfalfa, con 27.000 hectáreas cultivadas y el 20% de las exportaciones nacionales. El crecimiento exponencial de este forraje estratégico redefine el modelo productivo del Valle.
En el escenario de los cultivos extensivos, la alfalfa rionegrina se posiciona como un verdadero caso de éxito dentro del agro argentino. Con cerca de 27.000 hectáreas implantadas y un rinde promedio de 18.000 kilos de materia seca por hectárea al año, esta leguminosa forrajera ha dejado de ser un cultivo marginal para convertirse en una pieza clave en la cadena de valor agropecuaria.
La provincia de Río Negro, gracias a sus valles irrigados, suelos con excelente estructura y un sistema de riego tecnificado que aprovecha el caudal y calidad del río homónimo, ha logrado una transformación productiva notable. En palabras del secretario de Agricultura provincial, Lucio Reinoso, "la alfalfa es un ejemplo de cómo se puede agregar valor, generar empleo y proyectar al mundo desde nuestras zonas rurales".
De tierras ganaderas a polos exportadores
Hasta 2008, la superficie destinada a alfalfa no superaba las 1.500 hectáreas. Sin embargo, la incorporación de pivotes centrales de riego permitió expandir la frontera productiva sobre tierras antes destinadas a la ganadería de secano. Hoy, el cultivo se extiende por el Valle Medio (11.000 ha), Alto Valle, Valle Inferior, Guardia Mitre, Catriel y Conesa.
La tecnología aplicada, junto con las condiciones agroclimáticas privilegiadas, ha elevado la productividad, convirtiendo a la alfalfa en un activo estratégico para la rotación con cultivos como el maíz y la cebolla, y como sostén forrajero para sistemas ganaderos.
Exportación, demanda y formatos comerciales
Actualmente, Río Negro participa con el 20% del volumen total exportado por Argentina en alfalfa, destacándose por la venta de megafardos y pellets a mercados de Europa y el mundo árabe. En el Valle Inferior, el 30% de la producción se transforma en pellets, mientras que el resto se exporta como megafardos, formato de alta demanda por su densidad y calidad.
En el Alto Valle, se utilizan variedades intermedias (GR 6-7) y de alto rendimiento sin reposo (GR 8-9), adaptadas al ciclo productivo y al calendario de corte intensivo que exigen los compradores internacionales.
Valor agregado y proyección
La consolidación de este cultivo no solo responde a la demanda externa, sino también a su rol clave en la diversificación productiva regional. En un contexto donde la sustentabilidad y el uso eficiente de los recursos hídricos son determinantes, la alfalfa representa una opción viable y rentable.
Su inserción en la cadena de exportación de forrajes también abre puertas para inversiones en infraestructura, logística y tecnología poscosecha, potenciando el desarrollo local.
Una oportunidad de largo plazo
El avance de la alfalfa en Río Negro pone en evidencia el potencial de las economías regionales cuando se combinan recursos naturales, inversión en tecnología y apertura comercial. El desafío ahora será consolidar este crecimiento con políticas públicas de incentivo, acceso a crédito agropecuario, y asociativismo para ganar escala.
Mientras tanto, el "cultivo silencioso" sigue expandiéndose, con la promesa de posicionarse como un estandarte de innovación, eficiencia y valor agregado para el agro argentino.