Latinoamérica apuesta al arándano del futuro con genómica, biotecnología y mecanización
La producción de arándanos en países como Perú, Chile, México y Argentina enfrenta el desafío de sostener su liderazgo mundial, con avances en genómica, edición genética y fenotipado de alta precisión.
El arándano dejó de ser un cultivo de nicho para convertirse en una berry global con demanda creciente a doble dígito en mercados emergentes y consolidados. Para América Latina, principal polo exportador hacia Estados Unidos, Europa y Asia, la competencia ya no está solo en los campos: también se disputa en el terreno de la biotecnología y el mejoramiento genético.
En el corto plazo, los programas de selección genómica (GS) y el uso de marcadores moleculares prometen acelerar la identificación de progenies con mayor firmeza, mejor calidad de fruta y resistencia a patógenos. Esto resulta clave para la región, donde los ciclos juveniles largos suelen retrasar la entrada de nuevas variedades al mercado.
A mediano plazo, en un horizonte de 10 a 20 años, tecnologías como CRISPR/Cas podrían combinarse con el fenotipado de alta precisión para desarrollar variedades adaptadas al estrés hídrico y térmico, desafíos cada vez más frecuentes en zonas productoras como el norte de Chile, la costa peruana o regiones áridas de México. El éxito dependerá de los marcos regulatorios y la aceptación de los consumidores, aunque se prevé que los primeros cultivares editados entren en fases de prueba en países con regulaciones más flexibles dentro de una década.
La aplicación de fenotipado de alto rendimiento, a través de drones, sensores y plataformas de campo, permitirá vincular rasgos fenotípicos con marcadores genómicos y mejorar la precisión de los modelos de GS. Esto acortará los tiempos de evaluación y reducirá costos en los programas de mejoramiento regionales.
La mecanización de la cosecha también impulsa la necesidad de desarrollar plantas con tallos más rectos, fruta más firme y desprendimiento uniforme. En Latinoamérica, donde el costo laboral impacta en la competitividad exportadora, estos avances ya son un objetivo central de programas privados y consorcios público-privados.
Entre las prioridades del futuro para el cultivo destacan:
Mayor firmeza y vida poscosecha, claves para la logística de exportación a mercados lejanos como China o Medio Oriente.
Frutos más grandes y homogéneos, que responden a la preferencia de consumidores en Europa y EE.UU.
Resistencia a plagas y enfermedades como botrytis, phytophthora, nematodos y la mosca Drosophila suzukii.
Tolerancia a sequía, salinidad y altas temperaturas, factores que afectan cada vez más a las zonas productivas latinoamericanas.
Aromas y perfiles nutricionales diferenciados, como estrategia de valor agregado.
Con Perú como primer exportador global y Chile, México y Argentina en el top de productores, la región se enfrenta a un punto de inflexión: invertir en innovación genética y biotecnológica no es opcional, sino condición para sostener su liderazgo en los próximos 20 años.