Chile

En Arauco estudian cómo convertir los desechos de jaiba en un recurso útil para la industria y el medio ambiente

Analizan la posibilidad de instalar una planta que transforme los caparazones en carbonato de calcio, reduciendo la contaminación.

En la caleta de Punta Lavapié, en la costa de Arauco, las montañas de caparazones de jaiba que se acumulan cerca de las casas y los muelles se han vuelto parte del paisaje. Lo que para muchos es un desecho inevitable de la actividad pesquera, para un grupo de investigadores podría convertirse en una materia prima con potencial económico y ambiental.

El equipo de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC) lleva adelante un estudio de prefactibilidad que busca transformar esos residuos en carbonato de calcio, un compuesto con múltiples aplicaciones en la industria y la agricultura. La iniciativa surge como respuesta a un problema persistente: la acumulación de restos orgánicos que generan malos olores, atraen vectores y afectan la calidad de vida de las familias costeras.

"En Punta Lavapié la jaiba es fuente de sustento para decenas de familias, pero también un foco de contaminación", explicó el académico Christian Díaz, responsable del proyecto. "Queremos demostrar que es posible convertir un residuo en un producto con valor agregado."

El trabajo forma parte del Fondo para Proyectos de Investigación Aplicada e Innovación 2025 del Núcleo Científico Tecnológico de la UCSC, e incluye la participación de estudiantes y especialistas locales que han visitado la zona para observar los procesos de extracción y procesamiento del crustáceo.

Del desperdicio a la innovación local

El estudio apunta a evaluar la factibilidad técnica, económica y comercial de una planta procesadora capaz de aprovechar los desechos de jaiba que actualmente se desechan sin tratamiento. Entre los objetivos se incluyen: analizar la demanda de carbonato de calcio en el mercado nacional, identificar la tecnología necesaria para su producción y proyectar los costos de instalación y operación de la planta.

La investigación contempla además la elaboración de dos manuales: uno técnico con recomendaciones sobre el manejo de residuos marinos y otro didáctico, dirigido especialmente a las mujeres carapacheras, que realizan el trabajo de extracción de carne de jaiba. Este segundo documento busca explicar de manera práctica cómo podrían integrarse al nuevo proceso productivo.

"Nosotras juntamos las conchas en baldes y las tiramos en la playa porque no hay otro lugar", contó María Cárdenas, vecina y trabajadora de la localidad. "Una planta que aproveche esos restos sería una solución enorme. Evitaría la suciedad, los malos olores y nos permitiría trabajar con mayor dignidad."

Para Alder Carrillo, buzo mariscador y técnico del proyecto, el impacto ambiental de estos residuos va más allá del mal olor. "El camión recolector no los retira por los gases que emiten, y eso termina contaminando el agua y el suelo", explicó.

El equipo de investigación prevé realizar tres nuevas visitas a Punta Lavapié para dialogar con vecinos y organizaciones locales. El propósito es integrar las visiones de la comunidad y recoger datos sociales que permitan dimensionar el aporte real del proyecto a la provincia de Arauco.

Según el académico Díaz, la idea de transformar residuos en un insumo valioso se enmarca en un modelo de economía circular que puede replicarse en otras zonas costeras. "La jaiba tiene un alto contenido de calcio, y su caparazón puede convertirse en un recurso con múltiples usos industriales. Si el proyecto resulta viable, estaríamos frente a una alternativa sustentable para los residuos pesqueros en Chile", sostuvo.

El carbonato de calcio obtenido podría destinarse a la fabricación de materiales, fertilizantes, alimentos balanceados o cosméticos, generando una nueva fuente de ingresos locales y reduciendo la carga ambiental.

Más allá de la factibilidad técnica, el estudio busca crear conciencia sobre la gestión responsable de los residuos en comunidades donde la pesca artesanal sigue siendo el corazón de la economía familiar. "No se trata solo de instalar una planta", señaló Díaz. "Se trata de cambiar la relación con los desechos y demostrar que la innovación también puede nacer en lugares pequeños."

Si el análisis arroja resultados positivos, el proyecto podría avanzar a una segunda fase orientada a la búsqueda de financiamiento público y privado para su construcción. De concretarse, sería la primera planta en Chile dedicada al aprovechamiento integral de caparazones de jaiba, y una experiencia pionera en sostenibilidad marina y desarrollo territorial en la región del Biobío.

Agrolatam.com
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