Chile

Avellano europeo en Chile: usar todas las herramientas es la mejor defensa contra las plagas

Aunque se han descrito más de 30 insectos asociados al cultivo, los "burritos" del género Aegorhinus concentran el mayor riesgo productivo. La combinación de monitoreo, buen mojamiento, barreras físicas y control biológico marca la diferencia.

En el avellano europeo, como en casi todos los frutales, la lista de posibles plagas es extensa, pero las que realmente mueven la aguja se cuentan con los dedos de una mano

En la zona centro-sur de Chile, los cabritos o burritos (Aegorhinus superciliosus y A. nodipennis) han ganado el poco honorable título de "enemigo público N.º 1" por su capacidad de deformar árboles, cortar producción e incluso matar plantas cuando alcanzan altas poblaciones. A ellos se suman, con relevancia zonal, la sierra del manzano (Callisphyris apicicornis), el burrito de la vid (Naupactus xanthographus) y, con menor incidencia, el chinche café (Leptoglossus chilensis), que puede dañar directamente la fruta.

sierra del manzano (Callisphyris apicicornis)

¿Por qué los burritos son tan difíciles? Porque el daño lo provoca la larva al alimentarse de las raíces y de la base del tronco. Ese "frente oculto" vuelve ineficientes las intervenciones directas bajo suelo: no hay forma práctica de alcanzarla, de modo que el control se enfoca en los adultos. Y allí aparece el primer dilema: las restricciones regulatorias han recortado el menú de insecticidas, obligando a un manejo más fino y rotación de ingredientes activos para evitar resistencias. La conclusión técnica es clara: no existe una bala de plata; la única estrategia robusta es integrar herramientas.

Naupactus xanthographus

Entre septiembre y enero los adultos emergen, y viven 5-6 meses. Diciembre suele ser una ventana eficaz para bajar poblaciones, siempre que el monitoreo defina la necesidad real de intervenir. Los especialistas desaconsejan "calendarios por fecha": las decisiones deben basarse en niveles poblacionales, con seguimiento desde diciembre hasta marzo. ¿Cómo monitorear bien? En copa, los burritos se esconden. Sacudir ramas para que los adultos se dejen caer (conducta de tanatosis) y contar es un método rápido. En suelo, cajones sin base con visillo encima ayudan a medir emergencias; también resultan útiles la red o el paraguas entomológico.

El mojamiento es la piedra angular de cualquier aplicación. Los burritos se sueltan y caen al mínimo estímulo; si la gota no entra a la planta o no moja desde abajo y desde arriba, el producto no los alcanza. Por eso, además de calibrar equipos y buscar una gota fina y penetrante, instalar malla raschel bajo las hileras puede multiplicar la eficacia: al sacudir los árboles, los adultos caen sobre la malla, donde se pueden recoger o controlar con un producto dirigido al suelo sin tocar la planta. Ensayos de esta táctica han mostrado 60-70 % de mortalidad, cifra relevante en un escenario donde erradicar la plaga no es realista.

Aegorhinus superciliosus

Las barreras físicas ayudan: zanjas en el perímetro del huerto -con agua o tratadas- reducen el ingreso de adultos. El control biológico suma capas: hongos entomopatógenos como Beauveria bassiana y Metarhizium anisopliae aplicados vía riego y nematodos entomopatógenos -que requieren suelo saturado para desplazarse- pueden apoyar el manejo. Sus resultados son variables, pero cada punto de presión extra cuenta cuando se trata de bajar la curva poblacional.

El manejo del hábitat también juega: no eliminar maitenes cercanos; usarlos como árboles trampa para concentrar burritos fuera del huerto. Luego, intervenir esas zonas con precisión o, simplemente, mantener poblaciones tolerables (el enfoque ecosistémico que busca equilibrio más que "tablas rasa"). Aves y lagartijas consumen adultos: proteger la fauna benéfica es parte del plan. En huertos formados a tronco único, ha funcionado la banda impregnada en el fuste como punto de contacto letal para los trepadores.

Un rasgo que complejiza el control es el amplio rango de hospederos: Aegorhinus se ha detectado en más de 200 especies cultivadas y silvestres. Dicho de otro modo, siempre habrá refugios cercanos, lo que exige vigilancia constante e intervenciones oportunas. La experiencia muestra pérdidas de 20-25 % del huerto cuando las poblaciones se descontrolan. En ese escenario, empezar temprano y sumar capas de defensa (monitoreo, barreras, biológicos, química bien aplicada y rotada) es lo que evita pasar de presencia a daño económico.

Respecto del chinche café, la incidencia promedio en Chile es baja y, cuando aparece en focos, basta un control puntual. Más al norte, el burrito de la vid gana relevancia en avellanos, y en establecimientos jóvenes la sierra del manzano puede causarle dolores de cabeza al productor, aunque en huertos adultos su efecto tiende a ser acotado. Como recordatorio de bioseguridad, el país vigila la eventual entrada del chinche apestoso (Halyomorpha halys), plaga que ha causado pérdidas en Italia, EE. UU. y Turquía; ante sospechas, corresponde notificar a la autoridad sanitaria.

En resumen: la mejor estrategia es usar todos los instrumentos disponibles. Monitorear para decidir, mojar bien para que el producto llegue al insecto, interceptar con mallas y zanjas, apoyar con biológicos, proteger enemigos naturales, ordenar la vegetación (árboles trampa, cortinas internas) y rotar ingredientes activos. Esta batería de defensas no pretende "borrar del mapa" a las plagas -objetivo tan caro como ambientalmente inviable-, sino mantenerlas por debajo del umbral de daño con una agricultura más precisa, sostenible y rentable.

Agrolatam.com
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