Brasil

Alerta en el sur de Brasil: lluvias intensas ponen en riesgo cultivos y logística agropecuaria

Una nueva ola de lluvias fuertes afecta a la región sur del país y se extenderá hasta el lunes. El fenómeno climático genera preocupación en productores agrícolas por posibles inundaciones, anegamientos de caminos rurales y daños en cultivos en etapa crítica.

Agrolatam.com

La región sur de Brasil enfrenta desde este fin de semana un evento climático severo, con lluvias intensas que podrían prolongarse hasta el lunes, afectando especialmente los estados de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná. El Instituto Nacional de Meteorología (Inmet) y la Defensa Civil han emitido alertas por acumulados significativos de precipitación, con potencial de provocar inundaciones, deslizamientos y alteraciones graves en la infraestructura rural.

Los productores agropecuarios de la región están en máxima alerta, ya que las lluvias coinciden con momentos clave del calendario agrícola. En Santa Catarina y Paraná, muchos lotes de trigo y maíz se encuentran en etapa de siembra o desarrollo vegetativo, mientras que en Rio Grande do Sul se intensifican las labores de preparación de suelo para cultivos de invierno. Las precipitaciones excesivas podrían retrasar cronogramas, afectar la emergencia de plántulas o deteriorar la sanidad de los cultivos.

Según el Inmet, los acumulados pueden superar los 100 mm en menos de 72 horas, especialmente en zonas de relieve acentuado, donde el riesgo de deslizamientos de tierra y escurrimiento superficial es elevado. A esto se suman ráfagas de viento y posibles tormentas eléctricas localizadas, que podrían provocar caída de árboles, daño a infraestructuras rurales y cortes de energía.

La logística también se verá comprometida. Los caminos rurales en muchas zonas del sur brasileño son de tierra o con bajo mantenimiento, y las lluvias intensas provocan anegamientos, erosión y colapso de puentes menores. Esto complica la recolección de productos perecederos, el abastecimiento de insumos y el traslado de hacienda, afectando tanto a grandes explotaciones como a productores familiares.

En el caso de la ganadería, los riesgos se centran en el deterioro de pasturas, el acceso a los potreros y la provisión de agua limpia para el ganado. Las lluvias intensas alteran el comportamiento de los animales y obligan a implementar medidas de contención en zonas propensas a encharcamientos o corrientes superficiales.

Las cooperativas agrícolas ya han comenzado a emitir recomendaciones a sus asociados, instando a reforzar estructuras, proteger insumos almacenados y evitar actividades en campo abierto durante los momentos de mayor intensidad climática. Asimismo, técnicos agronómicos advierten sobre la necesidad de monitorear la aparición de enfermedades fúngicas en cereales y hortalizas, dadas las condiciones de alta humedad y baja luminosidad.

Las autoridades locales activaron planes de contingencia y monitoreo constante de caudales de ríos, reservorios y zonas bajas, donde históricamente se producen desbordes. También se ha dispuesto la suspensión de actividades escolares y eventos rurales en áreas críticas.

Este nuevo evento se suma a una secuencia de extremos climáticos que viene afectando al sur de Brasil desde fines de 2023, incluyendo sequías prolongadas, olas de calor fuera de estación y tormentas de granizo. La frecuencia e intensidad de estos fenómenos ha reavivado el debate sobre la adaptación climática del agro brasileño, la necesidad de mejorar infraestructuras resilientes y contar con seguros agrícolas más eficaces.

Organismos del sector, como la Confederación Nacional de Agricultura (CNA) y asociaciones de productores regionales, han solicitado a los gobiernos estaduales y federales apoyo técnico y logístico para hacer frente a las emergencias, así como medidas de alivio financiero en caso de pérdidas productivas relevantes.

Mientras se monitorean los pronósticos con atención, el campo brasileño sigue enfrentando el desafío de producir en un entorno cada vez más condicionado por la variabilidad climática. Las lluvias del sur no solo mojan la tierra: también activan alertas que cruzan el corazón del modelo agroexportador.

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