Brasil busca recuperar protagonismo mundial en cacao con irrigación y clones productivos
La crisis de oferta en Costa de Marfil y Ghana, que disparó los precios internacionales, abre la puerta a que Brasil retome un rol central. En el noreste, Ceará lidera la reactivación del cultivo con riego por goteo, clones de alto rendimiento y una naciente agroindustria.
La crisis mundial del cacao abrió un espacio inesperado para Brasil, que busca reposicionarse como productor relevante en un mercado dominado por Costa de Marfil y Ghana. El derrumbe de la oferta africana, afectada por el cambio climático, enfermedades y plantaciones envejecidas, disparó los precios internacionales: la FAO y la ICCO reportan cotizaciones superiores a US$ 11.000 por tonelada a fines de 2024, el nivel más alto en décadas.
Para Brasil, que en el pasado llegó a ser uno de los mayores productores del mundo, la coyuntura es una oportunidad histórica. El recuerdo de la "Escoba de Bruja", la enfermedad que en los años noventa devastó las plantaciones en Bahía y redujo la producción nacional en más de un 70%, aún pesa en la memoria. De casi 400.000 toneladas anuales, la producción cayó a poco más de 120.000 toneladas en la década de 2000, dejando miles de productores en bancarrota y un tejido social destruido en la principal zona cacaotera.
Los tallos con forma de escoba de un árbol infectado.
Treinta y cinco años después, Brasil busca reescribir esa historia. Con nuevas tecnologías de irrigación, clones adaptados y manejo intensivo, productores e instituciones públicas ven posible expandir nuevamente la frontera del cacao, esta vez con foco en el noreste del país.
Uno de los motores de este renacer es Ceará, estado tradicionalmente marcado por la sequía. Allí, desde 2010, un proyecto de cooperación liderado por investigadores y productores locales probó cultivos alternativos en el Valle del Jaguaribe. El cacao se destacó desde el inicio por su capacidad de adaptación, siempre que contara con sistemas de riego por goteo y fertirrigación.
El agrónomo Diógenes Henrique Abrantes Sarmento, especialista en irrigación, lideró las pruebas iniciales con clones brasileños como CCN51 y PS319, alcanzando rendimientos de 2,5 a 3 toneladas por hectárea, muy por encima de los 900 kg/ha que registraban las zonas tradicionales de Bahía. "El cacao se adaptó mejor que cualquier otro cultivo probado. Con clones de calidad, manejo cuidadoso y riego localizado, se pudo producir incluso bajo el calor intenso de Ceará", explica.
El riego por goteo es clave en este modelo. De acuerdo con la FAO y la World Cocoa Foundation, este sistema permite eficiencia superior al 90% en el uso de agua, reduce pérdidas por evaporación y eleva la productividad hasta un 150% frente a sistemas no irrigados. Las plantas jóvenes requieren apenas 2 a 5 litros diarios, mientras que los árboles maduros consumen entre 20 y 40 litros según la etapa fenológica. Además, la fertirrigación permite aplicar micronutrientes como zinc, hierro, boro y magnesio en el momento exacto, optimizando la absorción y la sanidad del cultivo.
Gracias a estas técnicas, las áreas irrigadas alcanzan rendimientos superiores a 2.000 kg/ha/año, en algunos casos cuadruplicando los resultados promedio de África. Esto se traduce en ingresos muy superiores para los agricultores y en la viabilidad económica de zonas antes marginales para el cacao.
El desafío, sin embargo, no era solo productivo. La logística para transportar el grano hasta las industrias de Bahía encarecía el negocio. Por eso, en 2018, nació Cacau do Ceará, la primera industria local en Limoeiro do Norte, destinada a procesar únicamente cacao del estado. Con ello, la cadena se integró verticalmente y los productores comenzaron a capturar mayor valor agregado.
En apenas una década, la superficie pasó de un lote inicial de 4 hectáreas a más de 300 hectáreas cultivadas, con la meta de superar las 400 hectáreas en 2025. La industria, que inició con una capacidad de 100 kg mensuales, ya avanza hacia el procesamiento de 1 tonelada por mes de chocolate y derivados. Además, se incorporaron cocos y bananos en sistemas asociados, diversificando ingresos para los agricultores.
El potencial de expansión es amplio. "Con buen manejo, una hectárea puede producir 3.000 kg de cacao, lo que significa ingresos brutos cercanos a R$ 150.000 anuales, con costos de unos R$ 22.000. La rentabilidad es muy alta", explica Sarmento. La baja demanda de mano de obra, la posibilidad de intercalar cultivos y la adaptabilidad a distintas regiones del noreste, centro-oeste y sudeste refuerzan la viabilidad del modelo.
Para escalar esta oportunidad, el sector busca alianzas público-privadas que fortalezcan la investigación, amplíen viveros y garanticen financiamiento. Capacitar técnicos, mejorar el acceso a semillas certificadas y difundir paquetes tecnológicos serán claves para consolidar a Brasil como nuevo protagonista global del cacao.
En un mercado global presionado por la crisis africana, Ceará se presenta como ejemplo de resiliencia e innovación, y Brasil como un proveedor capaz de equilibrar la balanza. El renacer del cacao brasileño, de la mano de la tecnología y la agroindustria local, podría marcar el inicio de un nuevo ciclo para un cultivo que alguna vez fue símbolo de riqueza y hoy vuelve a ofrecer esperanza.