Calibración esencial: mochila pulverizadora bien ajustada para una aplicación responsable
La calibración precisa de pulverizadores de mochila permite optimizar recursos, mejorar la eficacia en el control de plagas y reducir el impacto ambiental. Te contamos cuándo, cómo y por qué realizar esta operación clave.
La calibración adecuada de pulverizadores de mochila es un pilar de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA). Asegura dosificación exacta (l/ha), eficiencia técnica y menor impacto ambiental youtube.com+7cafyf.org+7cafyf.org+7.
¿Por qué calibrar?
Ahorro de recursos: Se prepara solo el volumen necesario de caldo.
Precisión en dosis: Boquillas, presión y velocidad calibradas aseguran cobertura uniforme.
Reducción ambiental: Se minimizan excesos que contaminan suelos y aguas
¿Cuándo hacerlo?
Al menos dos veces al año, o al incorporar boquillas nuevas.
Siempre que cambie el equipo o el usuario, para mantener regularidad
Factores clave
Boquillas: elegir el tipo apropiado (abanico, cónico) según cultivo y plaga.
Velocidad del operador: debe mantenerse constante, ya que influencia directamente el caudal
Presión de trabajo: regula el tamaño de gotas y cobertura. Sobretodo, verificar que no varíe en uso
Mantenimiento: limpieza de boquillas, filtros, tanque y chequeo de fugas después de cada uso.
¿Cómo calibrar? (pasos generales)
Delimitar un área de prueba con dimensiones conocidas.
Medir velocidad de desplazamiento del operario.
Llenar con agua, aplicar y medir el volumen usado.
Promediar lecturas, extrapolar litros por hectárea y comparar con dosis del producto.
Ajustar presión o boquilla si la diferencia supera ±5-10%
Resultados esperados
Aplicación efectiva: ni muy poca (ineficaz), ni excesiva (fitotoxicidad o contaminación).
Uniformidad y seguridad: gotas adecuadas para alcanzar el blanco objetivo sin deriva.
Practicidad y trazabilidad: proceso rápido y fácil, replicable por diferentes aplicadores.
Conclusión
La calibración de pulverizadores de mochila es esencial para una aplicación responsable de fitosanitarios. Permite optimizar recursos, garantizar efectividad técnica y cuidar el entorno. Invertir tiempo en calibrar el equipo supone un paso indispensable en cualquier estrategia de agricultura sostenible y trazable.